Editorial: El garbanzo negro de la familia
Se suele decir que siempre existe un garbanzo negro como elemento distorsionador de la paz en la familia. Es el que habitualmente solemos esconder para no dar una mala imagen y que socialmente nos puedan señalar con el dedo. Pero mira por dónde a toda la sociedad española, al conjunto de la gran familia nacional le ha salido un componente nefasto, oculto hasta hace poco y desconocido para la gran mayoría… es nuestra querida y ya odiada «prima de riesgo».
Estábamos tan tranquilos con el desconocimientos de este pariente lejano, que cuando apareció de repente nos cogió de sorpresa mostrándonos su cara más desagradable. Habrá que decirles a los «padres patrios», que por que nos han ocultado durante tanto tiempo a tan nefasto familiar, que es capaz de llevarnos a la ruina como si de un vulgar ladronzuelo se tratase.
Nuestra querida prima, que por cierto se llama «Riesgo», nos sorprende todos los días con nuevos datos sobre sus fechorías, dejándonos con la boca abierta y sorprendiéndonos por tanta deslealtad. Raras veces nos da buenas noticias, y cuando las tenía hace tiempo, andaba desaparecida, oculta y no preocupaba a nadie.
No sabemos hasta cuando vamos a aguantar a tal repelente pariente, ni tampoco si vamos a ser capaces de soportar sus permanentes golferías, lo cierto, y este es un deseo generalizado, es que… ¡ojalá!… y de nuevo vuelva al ostracismo evitándonos disgustos.
Lo de la «Prima de Riesgo» es un machaqueo diario, no desparece ni por casualidad, tampoco nos da tregua al menos un día, es insistente y reiterativa variando su comportamiento a capricho, manejada por los familiares más fatuos y desaprensivos.
El garbanzo negro, que todavía uno no sabe por qué se le llamó negro, podría haber sido amarillo, o rojo o quizás azul, desde luego el verde que no lo toquen que es el color de la esperanza, está comportándose como un verdadero truhan, sorprendiéndonos cada mañana con nuevos vaivenes que nos dejan boquiabiertos e intranquilos a lo largo del día.
Y a todo esto… ¿Cuándo va a intervenir la justicia, aunque sea la divina, para evitar tantos descalabros?
Una vez más, solo el tiempo nos dirá el recorrido de nuestra impopular «prima».