Los 5 momentos del discurso de Biden sobre el estado de la Unión
08 de marzo 2024/Agencias
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, convocó este jueves al Congreso para un discurso del Estado de la Unión crucial a ocho meses de las elecciones a la Casa Blanca, en una puesta en escena que el mandatario controló. Estos son los 5 momentos que marcaron su discurso.
La vuelta de las «mujeres de blanco»
Cinco años después de que un mar de congresistas demócratas en estricto blanco opacaran en 2019 el discurso del entonces presidente, Donald Trump, para resaltar el poder femenino, cerca de 70 repitieron hoy la vestimenta.
En esta ocasión no pretendían eclipsar al presidente, de su mismo partido, sino hacer pública su defensa de los derechos reproductivos frente a sus colegas republicanos y a los magistrados del Tribunal Supremo, que en el último año han promovido la mayor regresión en décadas al acceso al aborto.
Y otras de negro…
Otro grupo más reducido de legisladoras demócratas optaron por el negro, casi de luto, por la guerra en Gaza. Son las más progresistas del partido, encuadradas en el ‘Squad’ o ‘Escuadrón’, como Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib, Summer Lee, Ilhan Omar o Cory Bush.
Tlaib -que es la única legisladora de origen palestino-, Bush y Lee también llevaban kufiya y pasaron casi todo el discurso sentadas, sin aplaudir a su presidente, en contraste con el resto de sus compañeros demócratas que asistieron entusiastas a la arenga de Biden.
Cuando el presidente habló de la guerra en Gaza, las legisladoras exhibieron carteles con el texto «Stop Sending Bombs» o «Deje de enviar bombas», antes de que Tlaib, muy criticada por su defensa de Palestina, rompiera a llorar.
El regreso del culebrón de George Santos
Cuando muchos ya se habían olvidado de él, George Santos, que fue expulsado del Congreso en diciembre del año pasado, aprovechó sus privilegios de exlegislador para presentarse por sorpresa para el discurso.
Santos, que construyó su carrera política a base de mentiras y presuntos delitos, se paseó con sus zapatos plateados por el hemiciclo saludando a los pocos amigos que dejó sin que nadie supiese con certeza el porqué.
Las dudas se despejaron con el discurso de Biden ya empezado, el momento que Santos aprovechó para anunciar en sus redes que se volverá a presentar en las elecciones de 2024, en las que intentará destronar a uno de sus opositores en el partido: Nick LaLota.
MTG juega en otra liga
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, había pedido decoro a sus miembros durante el discurso, pero la congresista ultraderechista Marjorie Taylor Greene, fiel aliada de Trump, quiso ser protagonista del Estado de la Unión.
En contra del protocolo del evento, Greene se puso la característica gorra roja de «Make America Great Again» firmada por Trump y se enfrentó a su entrada tanto con el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, como con el propio Biden.
A Biden, que la confrontó, le dio un pin con el nombre Laken Riley, una joven asesinada hace unos días en Georgia a manos de un migrante. Durante el discurso le interrumpió a gritos de «di su nombre», mientras sus compañeros miraban para otro lado.
Volvió a interrumpir al presidente cuando hablaba de fiscalidad al grito de «dile a Hunter que pague sus impuestos», en referencia al polémico hijo del presidente, que está imputado por evasión fiscal.
El momento más combativo
Aunque Biden habló de la guerra en Gaza, la de Ucrania, de aborto o del modelo económico, entre otros temas controvertidos, el que más pasiones levantó entre unos y otros fue la migración, que ahora mismo está marcando la campaña electoral entre Biden y Trump.
El presidente fue aplaudido y abucheado a partes iguales por un lado y otro del hemiciclo mientras presumía de haber pactado «el conjunto de reformas de seguridad fronteriza más duras que jamás haya visto este país».
Muchos de los republicanos empezaron a abandonar la cámara en ese momento, en el que Biden les confrontó por haber hundido ese proyecto legislativo al tiempo que el enviado de los conservadores a esa negociación, el senador James Lankford, asentía.