EXPERTAS PROPONEN EN LA ULL MÁS ORIENTACIÓN Y DETECCIÓN PRECOZ PARA EVITAR EL ABANDONO ACADÉMICO

Jornadas-Abandono-academico

07 de Junio 2024
La Universidad de La Laguna aborda entre hoy y mañana unas jornadas sobre el abandono académico universitario, fruto de un proyecto de investigación liderado por este centro docente y en el que han colaborado las universidades de Huelva, Castilla La Mancha, Zaragoza y Santiago de Compostela. En la sesión de hoy, inaugurada por la vicerrectora de Estudiantes y por el director de esta iniciativa, diversas expertas nacionales han participado en un debate para ofrecer su parecer sobre este fenómeno, que arroja en nuestro país tasas de fracaso nada despreciables.
Pilar Figuera, del grupo de investigación Transiciones Académicas y Laborales (Trals) de la Universidad de Barcelona, señaló que muchas de las historias narradas por los que abandonan tienen que ver con la ruptura de las expectativas, afirmando que la adaptación social es también clave para continuar, sobre todo para el alumnado más retraído o de contextos socioculturales muy diferentes. La experta sostuvo que se dan muchos casos de nula orientación en el proceso de planificación, una cuestión que resulta clave, además de una cultura académica que no ha favorecido el proceso. “Abandonar una titulación es una situación compleja, difícil y estresante para el estudiante y su familia, y sin embargo creemos que se ha normalizado, cuando resulta que no es así, además del coste que tiene para la institución”.
Figuera propuso generar un marco de investigación más interdisciplinar, para analizar factores en contextos académicos específicos, sobre los que además hay pocos estudios. Hizo hincapié en la importancia de la orientación en toda la trayectoria educativa como elemento irrenunciable para abordar el abandono. “La solución de los problemas debe ser holística e integral”. También señaló la importancia de establecer sistemas de detección precoz de estudiantes en riesgo, atender a las situaciones diferenciales de los alumnos, y no proponer soluciones estandarizadas. Recalcó la pertinencia del acompañamiento de los estudiantes, sobre todo en el primer año de estudios universitarios y la idoneidad del perfil de ese profesorado, “que debe ser un mediador clave en la permanencia”.
María Fernández, del departamento de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, apuntó que se calcula en un 11% el abandono en universidades presenciales, lo que comprende a estudiantes menores de 30 años, de nacionalidad española y sin incluir en este porcentaje el cambio de estudios, sino la salida total del sistema universitario. Afirmó que la mitad de los que abandonan lo hacen tras el primer año, hecho en el que influyen distintas variables. La primera es el rendimiento académico, otra es la edad -a mayor edad del estudiante, mayor probabilidad de abandono-, y también el precio de la matrícula.
La nota de admisión al grado es un elemento retenedor, ya que cuanto mayor es la nota menos probabilidad hay de abandonar. Se produce más abandono en los dobles grados y en artes y humanidades, mientras que la tasa es menor en ciencias de la salud. También se señaló que los estudiantes de nivel social bajo tienen más posibilidades de dejar sus estudios.
El abandono universitario se puede predecir, señaló la experta. “Sería oportuno establecer un sistema de alerta temprana para alumnos con alta probabilidad de abandono, por facultades. Esto mejoraría la eficiencia del sistema, supondría un menor despilfarro de recursos y aumentaría la igualdad de oportunidades, porque algunas causas del fracaso tienen origen social”, al tiempo que disminuir la penalización económica a los estudiantes de bajo rendimiento y en situación de vulnerabilidad.
Por su parte, Mercedes Torrado, coordinadora del equipo de investigación Trals, hizo énfasis en el contexto. “Hay determinadas variables que son predictoras claras, como la nota promedio de acceso a la universidad”. Indicó que el porcentaje de abandono en el segundo y tercer año está aumentando, más asociado a una frustración personal que al alivio que supone el del primer año. “Hemos constatado trayectorias inversas, y muchos de los estudiantes que abandonan vuelven a una formación más práctica que les permite un acceso más rápido al mercado laboral”, explicó.
Abocar a los hijos forzosamente hacia una formación universitaria que igual no se ajusta a sus perfiles puede ser un error, en opinión de esta experta, quien incidió en el alto riesgo de abandono de los colectivos no tradicionales. Torrado sostuvo la importancia de fortalecer las alianzas de los grupos de investigación y abogó por mayor coordinación con sistemas no universitarios.
Ana Bernardo, psicóloga de la Universidad de Oviedo, se centró en la idea de que en la transición a la universidad el estudiante no tiene a veces las competencias transversales necesarias para la educación superior, “que pide un alumno 24/7, autorregulado, resiliente, comprometido, que asista a clase y que sea el protagonista de su propio aprendizaje, con técnicas de estudio eficaces y capacidad de trabajo en equipo”. Pasamos así de sistemas educativos muy dirigidos a otro centrado en el alumno y en su autorregulación. “El abandono de los estudios es un fenómeno muy contextual, por lo cual unas medidas en un sitio no servirán para otros”, señaló la experta, abogando por un estudio de caso para cada institución.
Soledad Romero, de la Universidad de Sevilla, fue la última en intervenir, y lo hizo quitando peso a la idea del abandono como fracaso, y verlo desde la perspectiva de poder permitirse el error y como oportunidad de aprendizaje no solo para el estudiante sino para el propio sistema. Señaló que es oportuno observar la educación como un proceso de adquisición de competencias, y que hay que cuestionarse el currículo, de tal forma que el alumnado de nuevo ingreso encuentre en primero materias relacionadas con sus expectativas. También afirmó que la Formación Profesional no puede ser tratada como una alternativa de segunda, sino de primera, verla como una opción real.