El Comité por la Paz de Tenerife se opone a la política gubernamental de rearme militar

La lógica belicista impone el empleo sistemático de la guerra para alcanzar cualquier objetivo o resolver cualquier conflicto. En las condiciones actuales, el armamento nuclear hará que vernos arrastrados a una guerra garantice que ésta tenga proporciones espantosas.

Quien disponga de la mayor fuerza bélica puede decidir sobre los demás y someterlos a sus intereses. En esta lógica, los acuerdos y tratados son meras estrategias para ganar tiempo o para contentar a la opinión pública. Así sucedió con los acuerdos de Minsk en 2014 y 2015, que hubieran evitado la guerra en Ucrania.

La lógica belicista ordena, estructura y subordina, la economía, la política, las instituciones y el orden ético y moral. Su instrumento fundamental es el complejo militar industrial, mundial, alimentado con un presupuesto anual de 2,44 billones de dólares, superior al PIB de Canadá, Brasil o Rusia. Cerca del 40% corresponde a los Estados Unidos, con 991 mil millones, equivalente a la suma de los 11 siguientes países, entre los que se encuentran, China, Rusia, India, Alemania, Reino Unido y otros. Un presupuesto que no ha dejado de crecer desde la cumbre de la OTAN en 2014, hace ya ocho años. Su infraestructura y organización es de las mismas dimensiones; los EE.UU. cuentan con más de 750 bases militares en más de 80 países, han dividido el mundo en 11 comandos que controlan el mar, la tierra, el espacio, el ciberespacio y otros ámbitos, convirtiéndolos en teatros de guerra.

Últimamente se vienen produciendo saltos en la escalada belicista, los pasados 23 y 26 de mayo, Ucrania atacó con drones dos estaciones de radares separadas por 1.700 kilómetros que forman parte del sistema ruso de alerta temprana de misiles nucleares norteamericanos dirigidos hacia Rusia. Ninguno de esos radares tiene relevancia en el conflicto de Ucrania pero son cruciales desde el punto de vista de la vigilancia estratégica de Rusia. También, Ucrania acaba de reconocer la destrucción con armas occidentales, hasta ahora no autorizada por temor a posibles represalias de Moscú, de un sistema de defensa aéreo ruso.

 

El gasto militar de los gobiernos de Pedro Sánchez, derivado de la potenciación de la participación en la OTAN y su implicación en la guerra de Ucrania, ha supuesto una cantidad escandalosa distribuida (y escondida) en los PGE y que aparece dispersa en distintos ministerios, así como en el sobregasto extrapresupuestario del fondo de contingencia y en los créditos extraordinarios. En este marco Sánchez y Zelenski acaban de firmar un acuerdo que supone redoblar el suministro de armas a Ucrania, ahora por el valor de 1.129 millones de euros. Cabe añadir que en la votación del Congreso del pasado 23 de mayo se aprobó, con los votos a favor de PP, PSOE, Vox y Sumar, la suspensión del Tratado sobre las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa por el que se establecía una serie de limitaciones en la cantidad y tipo de armas que los países podían mantener: cantidad de carros de combate, piezas de artillería, aviones o helicópteros de ataque, etc.

 

Evidentemente, la “economía de guerra” con el desvío de ingentes cantidades de las riquezas creadas por nuestro trabajo a la promoción de las guerras, evita combatir debidamente contra la pobreza, así como, atender a los derechos sociales, como los salarios, las pensiones, la educación, la sanidad pública, logrados con las luchas, la sangre y el sufrimiento de la población y ante lo que no podemos permanecer indiferentes.

Por todo ello, desde el Comité por la Paz de Tenerife debemos rechazar la actual política gubernamental de rearme militar y toda la sucesión de hechos de escalada belicista que ponen al Estado español en el disparadero de la guerra. Debemos movilizarnos para impedirlo, por eso nos unimos a la campaña estatal puesta en marcha por la Asamblea Contra las Guerras de la OTAN y el Genocidio en Palestina bajo el título de «Que no nos arrastren a la guerra».

A tal efecto, participaremos en las acciones a desarrollar en este mes de junio, como primer paso para seguir trabajando hacia una posible movilización estatal en otoño.

En Tenerife a 12 de junio de 2024