La ULL participa en un estudio internacional que revela que una de cada tres plantas tiene su hogar en islas

17 de Octubre 2024

Desde Tasmania hasta Madagascar y Nueva Guinea, las islas representan poco más del 5% de los territorios emergidos, pero son el hogar del 31% de las especies de plantas del mundo. Un nuevo estudio publicado en la revista Nature, y en el que participa la Universidad de La Laguna, muestra que más de la mitad de las plantas clasificadas como amenazadas a nivel mundial son únicas de las islas, debido a factores como la pérdida de hábitat, el calentamiento climático y las especies invasoras.

Este trabajo científico revela que las islas albergan alrededor de una de cada tres especies de plantas del mundo, a pesar de cubrir poco más del 5% de la superficie terrestre del planeta. Julian Schrader, de la Escuela de Ciencias Naturales de la Universidad Macquarie (Australia) ha liderado a una docena de investigadores de Australia, Alemania, España, EEUU, Grecia y Japón en el análisis de datos sobre más de 304.103 plantas vasculares, esencialmente todas las especies conocidas por la ciencia en todo el mundo, descubriendo el tesoro que significa la biodiversidad insular. En la Universidad de La Laguna su responsable ha sido el catedrático de Ecología José María Fernández-Palacios.

El equipo encontró que 94.052 especies son nativas de islas, de las cuales, 63.280 son endémicas—encontradas en ninguna otra parte del mundo—lo que representa el 21% de la diversidad vegetal global. La investigación del equipo, recién publicada en Nature, proporciona la primera evaluación completa de las plantas vasculares nativas y endémicas de islas marinas en todo el mundo. Las plantas vasculares constituyen la mayoría de las plantas en la Tierra e incluyen árboles, arbustos, hierbas, gramíneas y helechos y se caracterizan por poseer un sistema circulatorio, a diferencia de las plantas no vasculares, como los musgos y las hepáticas.

“Esta es la primera vez que tenemos una comprensión tan completa de qué especies están y dónde, a nivel global”, dice Schrader. “Ahora podemos explorar el estado de conservación de algunas de nuestras plantas más raras y desarrollar estrategias distintas para conservarlas, como identificar jardines botánicos que podrían albergar poblaciones de rescate”.

Puntos calientes de diversidad insular

El estudio identificó varios centros de endemismo vegetal. Casi todos son grandes islas tropicales con topografía compleja y una larga historia de aislamiento. Encabezando la lista figura Madagascar, hogar de la asombrosa cantidad de 9,318 especies de plantas endémicas. Esta nación insular africana es seguida de cerca por Nueva Guinea (8,793 especies endémicas), Borneo (5,765), Cuba (2,679) y Nueva Caledonia (2,493).

“Las grandes distancias geográficas, así como climas y entornos que difieren de otros archipiélagos o regiones continentales, conducen a una alta tasa de evolución de nuevas especies, o ‘especiación’”, dice Schrader.

Tal aislamiento ha dado lugar a algunos ejemplos notables de evolución vegetal; en Hawái, 126 especies de lobelias trazan su linaje hasta un solo evento de colonización, mientras que en Canarias existen grupos como los bejeques (Crassulaceae) en que se han formado una cincuentena de especies a partir de un único ancestro, linaje que posteriormente ha saltado al resto de los archipiélagos macaronésicos, e incluso al continente africano.

Sin embargo, muchas plantas que han evolucionado en aislamiento, desarrollando adaptaciones únicas a sus ecosistemas originales, pueden estar mal equipadas para competir con las especies introducidas, y en ello el cambio climático plantea una amenaza adicional. El aumento del nivel del mar y la mayor frecuencia de eventos climáticos extremos son potencialmente devastadores para las islas bajas y su flora única. 

El equipo ha creado una lista de verificación estandarizada de todas las plantas vasculares conocidas que ocurren en islas, documentando su distribución geográfica y filogenética y el riesgo de conservación. El conjunto de datos también proporciona una base crucial para monitorear los cambios en las comunidades de plantas insulares a lo largo del tiempo y podría ofrecer un plan para priorizar los esfuerzos de protección.