LANZAROTTO MALOCELLO, VEINTE AÑOS EN LANZAROTE

CUBIERTA LIBRO DEL CONOCIMIENTO

Por Alfonso Licata*

Sabemos poco sobre Lanzarotto Malocello. Seguramente perteneció a la importante y noble casa de los Malocelli, señores de Varazze, Celle y Albissola, protagonistas en Génova en los siglos XIII y XIV. Algunos de ellos fueron cónsules, embajadores, almirantes, obispos. Sin embargo, el navegante Lanzarotto parece un fantasma biográfico, casi un extraño, cuya vida nos cuesta reconstruir, mal documentada y sólo «conocida» a veces, con la ayuda de probables conjeturas, referencias, suposiciones e hipótesis.
Como acabamos de decir, supimos de su existencia gracias a una carta náutica del año 1339, elaborada por el cartógrafo mallorquín Angelino Dulcert, donde aparece su nombre junto a la más septentrional de las islas Canarias. Las investigaciones realizadas en archivos de media Europa -genoveses, españoles, franceses- han permitido reconstruir muy poco de su existencia. Conocemos la fecha del viaje que lo llevó a Lanzarote a través de una carta fechada el 19 de abril de 1659 escrita en Rouen por el abad Jacques Le Paulmier de Grentemesnil, dirigida a Francois Duchesne, historiógrafo real, conservada en la Biblioteca Nacional de Francia, cuyo texto original traducido al español, en la parte en que se refiere a Lanzarotto Malocello y las Islas Canarias, se transcribe a continuación:
“Es cierto que antes que él (Bethencourt) ya habían llegado españoles. Incluso se dice que Don Luis de la Cerda, conde de Clermont, conocido como el Infante de Fortuna, fue coronado rey por Clemente VI. Sin embargo, confiesan que fueron rechazados y coinciden en que Bethencourt fue el primero en convertirse en su amo.
Sin embargo, no sé si pueden jactarse de haber llegado a ella antes que Lanzarote de Maloisel, de quien dicen descender los señores de Maloisel, nobles de la Baja Normandía, y poseer documentos que justifican que su Lanzarote emprendió la conquista en el año 1312, basándose en las noticias que le dieron unos marineros de Chereburgo, que comerciaban en las costas de España y fueron arrojados por una tempestad en las costas de estas islas, antiguamente. Conocido por los antiguos con el nombre de Fourtunate y desde entonces permaneció olvidado durante varios siglos. Habiendo pasado nuestros historiadores franceses en silencio sobre la heroica expedición de Bethencourt, y habiendo los españoles y extranjeros, para nuestra vergüenza, informado algo sobre ella, aunque sea de manera superficial, finalmente apareció íntegra en su versión original, y su verdadero conocimiento se originó en el año 1630, después de haber estado oculta durante más de doscientos años dentro del círculo restringido de los descendientes de Bethencourt. Su publicación despertó a los señores de Maloisel, quienes en 1632 hicieron imprimir un pequeño discurso en Caen, para reivindicar la hazaña realizada por este Lancelot, en detrimento de Jean de Betlencourt, como primer conquistador de las Islas Canarias: cualidad basada entre otras cosas en un inventario genealógico, extraído por sus predecesores de los archivos de Constanza, en el año 1453, que hacía extensa mención de la hazaña de este. Lanzarote; y contrastando aún más a los herederos de Bethencourt con su propia historia, se oponen a ellos en el capítulo XXXII, que habla de un antiguo castillo, que Lancelot de Maloisel, dice esta historia, había construido una vez en la isla de Lancelote, que ahora se llama Lanzarote; un nombre que dichos señores de Maloisel afirman haber sido dado por su Lancelot, quien dicen que estuvo al mando allí durante más de 20 años, y hasta una revuelta general de los isleños, quienes lo expulsaron, con la ayuda de sus vecinos. Esto es aún más probable debido a que el nombre de Lanzarote es moderno y desconocido para los antiguos, ya que en la época de Bethencourt sus habitantes todavía la llamaban Tite – Roy – Gatra, como lo demuestra el capítulo 71 de su historia. Pero, independientemente de que este proceso se decida a favor de uno o de otro, siempre será atribuido a un francés, por lo que nuestra Francia tendrá el honor de haber sido la primera, con sus hazañas en las Islas Canarias, en haber estimulado y empujado a otros europeos a viajar cada vez más lejos, hasta el punto de que toda la tierra nos está, en cierto modo, agradecida.”
La carta en cuestión afirma que el navegante desembarcó en la isla de Lanzarote en 1312 y la gobernó durante más de 20 años, hasta que una rebelión indígena general lo expulsó de la isla con la ayuda de otros aborígenes, probablemente en referencia a alguna de las otras facciones políticas presentes en el territorio insular.
Los hechos relatados en la carta del abad Paulmyer quedan plenamente reflejados en el célebre Libro del conosçimiento de todos los regnos et tierras e señoríos que son por el mundo et de las señales et armas que han cada tierra e señorío por sy e de los reyes e señores que los proueen, escrito por un anónimo, tal vez un fraile franciscano, hacia 1385, que constituye la prueba histórica más fehaciente de la existencia de Lanzarotto Malocello y su prolongada ocupación de la isla. Sólo al principio del libro manuscrito el autor afirma que nació en Castilla en 1305, pero no ofrece más datos sobre su vida. Se trata de un manual geográfico y heráldico castellano de finales del siglo XIV (posterior a 1385) que, en la forma característica de un viaje autobiográfico, contiene un itinerario con información sobre el mundo conocido entonces, sobre sus soberanos y sus escudos nobiliarios.