El Despertar (Capítulo VI). Un futuro incierto
Autor: Juan Pedro Calvo para El Diario de Canarias del libro «El despertar».
¿Qué les ofrece la vida a los jóvenes de hoy?.
Nacionalismo canario
El ayer y el hoy
(Escrito de hace algún tiempo)
Yo creo que muy poco o apenas nada. Hoy por cierto me he levantado con un sabor agridulce. Los acuerdos para gobernar están se cerraron y nada o poco se habla del futuro de nuestros jóvenes. En apenas unos días el nuevo gobierno de Canarias quedará cerrado con el acuerdo de nacionalistas y socialistas. Un pacto obligado, pero alejado de las verdaderas intenciones y pretensiones del nacionalismo. Mientras que en otras comunidades un pacto así parece inviable, aquí por imperativos de las urnas tenemos que tragar con las imposiciones de los partidos estatales.
Catalunya y País Vasco reivindican en sus territorios la gobernabilidad en torno solo a grupos o partidos nacionalistas, no mezclándose con los partidos de carácter estatal para tratar de no confundir al electorado, después de duras campañas, mensajes y programas donde se especifica que sus territorios son para aquellos que defienden los intereses propios, sin mirar por el rabillo del ojo a sus prebostes jefes de Madrid y sus órdenes.
Los nacionalistas en otras latitudes del Estado Español llegan a entenderse, mientras que en Canarias, la dispersión motivada por la permanente descalificación lo hace imposible. Unidos los nacionalistas conformarían una mayoría más que aceptable, pero en los momentos actuales esta posibilidad parece imposible o en cualquier caso lejana.
Los mecanismos organizativos y administrativos de nuestra tierra, nada tienen que ver con los del resto del Estado. La península, alejada de nuestras costas y con un amplio territorio continental, se aleja de las necesidades que existen en Canarias. La lejanía, la movilidad, el desarrollo de nuestras empresas en torno al turismo, nuestras aguas, aeropuertos, nuestra cultura, nuestra historia y el devenir cotidiano de nuestras necesidades no son contempladas en Madrid. Las prioridades sobre nuestro desarrollo les trae sin cuidado a los gobernantes nacionales. Si no fuera así, si se preocuparan de nosotros un poco, solo un poco.. ¿porqué consienten que en Canarias exista la mayor tasa de desempleo del país?… ¿porqué no se olvidan de otros territorios para atender a aquellos que realmente lo necesitan, priorizando según su situación social y laboral, al menos para equipararlos al resto de las comunidades del Estado?
¿Donde están los desvelos por Canarias?
Todo son falacias y buenas palabras, para posteriormente olvidarse de que existimos, y que esos puntos minúsculos en el mapa, solo son eso, puntos, como hormiguitas a las que se las puede aplastar con un simple pisotón.
Por eso tenemos que racionalizar el nacionalismo canario, todos unidos, para evitar tanto atropello. Somos unas islas pequeñas, eso si, pero con muchas posibilidades de crecimiento y una población más que preocupante de dos millones de habitantes, a los que hay que darles de comer, vestir, proporcionarles vivienda, trabajo, una economía saneada y el derecho de cualquier ser humano a pertenecer a la sociedad del bienestar.
Canarias actualmente posee una población de 2.118.519 habitantes y una densidad de 284,48 habitantes por kilómetro cuadrado, con una extensión total de 7.447 km². Habitabilidad preocupante a la que indefectiblemente hay que atender.
Nacionalismo no es una postura de cara a la galería o artículos reivindicativos con epítetos recurrentes semejantes a un panfleto barato. Nacionalismo es un sentimiento, es un dogma de fe, es una postura entusiasta de todo aquello que te hace sentirte orgulloso. El verdadero nacionalismo no es egoísta ni beligerante, por el contrario es el orgullo de enseñar al mundo algo que consideras único e irrepetible.
Luchar por nuestras islas, no es descalificar al resto del mundo, por el contrario hay que ser humildes para aprender y aplicar aquello que más nos convenga,, de aquellas enseñanzas que recibimos del exterior.
Ser nacionalista no es vender nuestros principios a lo que más nos convienen, ni es vender nuestro patrimonio a los poderosos, pensando que quizás así vamos a ser más ricos, sin apenas darnos cuenta que quizás, lo que ocurra al final, es que seamos más esclavos.
Nacionalista es preservar nuestro patrimonio y nuestra tierra desterrando la especulación y tratando de conseguir que todos los canarios vivan cada día mejor. Debemos ser generosos, estamos en un mundo con conciencia global, pero debemos priorizar y lo primero somos nosotros. Nuestra riqueza natural la tenemos que disfrutar primero los canarios y después hacer partícipes al resto del mundo, esencialmente a aquellos que vengan a disfrutar y no a destruir.
Debemos ser generosos con aquellos foráneos integradores que vienen a ayudarnos a ser cada día mejores y más consecuentes, y desterrar de nuestras islas a los que solo buscan el enriquecimiento y el aprovechamiento. No demos cobijo a los maltratadores de nuestra tierra, y que por cierto son bastantes.
¡Qué pena dan aquellos que utilizan un doble lenguaje! y eso… políticamente está a la orden del día. Aquí son luchadores intransigentes de nuestra tierra, y cuando salen al exterior corderitos sumisos del poder estatal. Ni una cosa y mucho menos la otra.
Como nacionalistas, , acojamos a aquellos que se acercan con buenas intenciones, y que quieren participar de nuestro desarrollo y bienestar, y crueles con los ladrones de guante blanco, que piedra a piedra y billete a billete se van llevando nuestro corazón a sus lugares de origen y a sus bancos.
Creemos nuestras propias empresas de expansión y dejemos de regalar dinero a aquellos que explotan nuestros recursos y que alquilan nuestros favores llevándose la mayor tajada.
Canarias por sus características, historia y posición geoestratégica está lo suficientemente dotada social y naturalmente, como para poder aspirar a las más altas cotas de autogobierno en el contexto de un Estado Europeo, así como el español, basado en una constitución democrática, en cuyos principios y articulado haya trayecto suficiente para cohesionar y ofrecer al pueblo canario altas cotas de protagonismo político y de bienestar.
Es en dicha Carta Magna y en su posible evolución donde debe desarrollarse jurídica y políticamente el nacionalismo canario, abierto a cualquier posible y futuro cambio de la misma, sin desechar en ése tránsito otras posibles fórmulas de acuerdo con el Estado Español.
– El nacionalismo canario viene definido y basado en el «hecho canario», en ser territorio fraccionado, archipielágico y puente entre tres continentes, que hacen que el canario se sienta europeo y americano, vecino de África y poseedor de una conciencia nacional, que supera con creces a las de otros territorios del estado.
Pero además, ésa posición estratégica que ocupa, su propia morfología, los intereses y tensiones que la rodean, hace que le sea imprescindible un alto grado de autogobierno, pero ligado en todos los ámbitos a una estructura política fuerte, tal y como es la Unión Europea, a través del Estado, circunstancia ésta en absoluto rechazada por la inmensa mayoría de los ciudadanos canarios.
Los nacionalistas creemos firmemente que Canarias es lo primero, que los nacionalistas somos los portavoces y defensores de los intereses sociales canarios frente al centralismo estatal.
El Nacionalismo Canario no se encuentra ante un problema de definición hacia el exterior, sino muy al contrario, es en su interior, en su estructura donde hay que buscar y encontrar elementos de cohesión y organización, capaces de superar la desunión y desconfianza que anida entre sus integrantes y que se transmite a la ciudadanía, a la que se le traslada además la sensación bidireccional de que una isla impone sus criterios y planteamientos a las demás.
Sólo desde el debate interno de todos los nacionalistas que destierre la preeminencia y prevalencia de unos sobre otros, que ofrezca a la sociedad la definitiva unión, fuerte, será capaz de continuar trabajando por los intereses de todos, se consolidará el proyecto que consiga las más altas cotas de bienestar para nuestro pueblo.
Los jóvenes son los que más sufren en sus propias carnes el abandono y la falta de oportunidades de una sociedad egoísta que solo piensa en solucionar momentáneamente sus problemas actuales, sin pensar en el futuro y en aquellos que vienen empujando detrás.
El entusiasmo de la juventud de segunda mitad de los 70, organizándose, defendiendo sus derechos, plantando cara al régimen democrático impuesto por los mayores, fueron dando sus frutos a finales de los 70 y durante los ochenta.
Se cambió la ley de educación, se crearon nuevas universidades, nuevos centros profesionales que facilitaban la integración del trabajadores en la grandes empresas. Se abordó con decisión la implantación imparable de las nuevas tecnologías y los hicieron más sabios, más profesionales, buenos trabajadores e impulsaron un cambio generacional único en la historia del país.
Atrás quedaban las escasas universidades para ricos, los colegios de pobres y ricos, y la protección empresarial a aquellos cuyos carnets y currículo educativo indicaban una procedencia elitista.
Los ricos se mezclaron con los pobres en colegios y universidades abiertas a todos los ciudadanos, fue un despilfarro educativo, sin orientación que terminó con centros masificados, donde se contentaba a todo el mudo sin pensar en su futuro. Había que licenciar a mucha gente aunque luego no tuvieran trabajo.
La lejanía, una vez más, obligó al Estado Español a crear en 1927 un centro superior en la Islas Canarias. La Universidad de La Laguna estuvo desprotegida y olvidada durante muchos años por el Gobierno de Franco. Allí se formaban canarios con difícil acceso al mundo del trabajo y empresarial en el resto del Estado, eran los chicos alejados y mal preparados del Estado Español… ¿quién los iba a emplear?, pero eso sí como «el que tiene padrino se bautiza», algunos pasaron los filtros franquistas para instalarse en el poder empresarial y político único, devolviéndoles de esta manera Franco y sus adláteres, viejos favores a sus familias de origen. La deuda para unos cuantos estaba saldada. El resto, los poquitos que terminaban sus carreras encontraban huecos en las empresas y los amigos de sus bien situados progenitores. Las poderosas familias canarias, con la inclusión de algunos advenedizos que emigraron a Venezuela y se hicieron ricos, son los que hoy dominan la economía de nuestras islas. Y estos no perdonan el intrusismo, prefieren compartirlos con los ricachones del exterior.
La expansión de las Universidades y sus instalaciones en la mayoría de las provincias, facilitó el acceso de los españoles, sin grandes costes a las ciencias del conocimientos. En La Laguna su universidad creció rápidamente, posibilitando el acceso de los canarios a través de becas y ayudas institucionales. Hoy la Universidad de La Laguna cuenta anualmente con más de 25.000 alumnos, que una vez terminadas sus carreras no sabrán donde ir y se cuestionaran si mereció la pena tanto esfuerzo.
Miles y miles de psicólogos, pedagogos, licenciados en historia y Geografía, ingenieros técnicos, abogados, maestros se encuentran en una situación angustiosa de paro, sin ninguna perspectiva futura y aceptando trabajos que nada tienen que ver con aquello a los que dedicaron durante años esfuerzo y trabajo.
Aquellos que estudiaron una especialidad en colegios profesionales e institutos se encuentran hoy con el mismo problema, menos mal que al menos ellos pueden ir viviendo haciendo chapuzas en casas que compran unos servicios a bajos costos y sin pagar impuestos, es lo que llamamos la economía sumergida.
Los que peor lo tienen son los trabajadores de más baja cualificación, circunscritos a una sola posibilidad, generalmente la construcción y que en esta época de crisis tienen que irse a la calle y vagar por pueblos y ciudades mendigando.
Trescientos mil parados en Canarias (momento en el que se escribió este libro, hoy está superada la cifra), , esa es la estadística pura y dura facilitada por el servicio canario de empleo, ronda o supera incluso el 30 % de la sociedad activa, hecho que evidentemente no corresponde a la realidad, la economía sumergida con sus chapuzas palían bastante la miseria de los más débiles, porque sino seguro que las calles serían las del viejo oeste, una lucha, como sea, por la supervivencia . Posiblemente estaríamos al borde de una confrontación.
La pregunta es… ¿Si esto no se arregla, que pasará cuando desaparezca la economía sumergida?.. ¿qué ocurrirá cuando los que contratan mano de obra barata y sin pagar impuestos no tengan dinero para hacerlo?. La solución urge, las instituciones canarias tienen que olvidarse de otras cosas, a veces buenas y necesarias, pero prescindibles en estos momentos como los trenes, las grandes obras, las carreteras, nuevos edificios institucionales, ayudas al exterior… hay que solucionar con rapidez el problema del paro en Canarias, y para lograrlo solo existe un medio, todo el prepuesto posible, salvando los gastos necesarios de mantenimiento de las administraciones, para contratar mano de obra, crear nuevas empresas de carácter canario, ayudas a los nuevos emprendedores, menos trabas a aquellos empresarios medios y pequeños con dificultades y abaratar los impuestos.
Los jóvenes no tienen ilusión, no disfrutan de lo que la vida les ofrece diariamente, las pequeñas cosas, una buena película, un buen libro, actos culturales, un ocio tranquilo y apacible, por el contrario se lanzan a la calle desbocados, tratando de olvidar tanta incertidumbre y amparándose en el botellón, las drogas y el placer momentáneo.
Con la llegada de la democracia a mediados de los setenta, los jóvenes con muchas más oportunidades devoraban libros, se entusiasmaban por el cine, la música, la cultura en general y eran consumidores voraces de todo aquello que les pudiera ayudar a su crecimiento intelectual y proyección personal. Eran otros tiempos.
La creatividad de entonces, con muchos menos medios técnicos era infinitamente superior a la de hoy. Hoy en el cine, por ejemplo, se cubren veinte minutos de película, al menos, con efectos especiales impresionantes, luchas interminables, carreras de coches desaforadas y monstruitos casi reales que absorben la atención de espectador, haciéndoles olvidar que existe un mundo real. Las películas con argumentos reales, propias de un dramatismo consecuente no interesan a nadie, tan solo a unos pocos que aún creen que esto puede cambiar.
Son muchas más las películas de acción, ciencia ficción, thrillers o suspense, que las que se presentan como cintas argumentadas en la problemática habitual de la sociedad.
Los recuerdos traen a mi imaginación aquellos películas de los setenta que despertaban un gran interés y que conseguían todos los premios del mundo, eran un cine con valores que hoy apenas existe. Películas como La naranja mecánica del llorado director Stanley Kubrick, fábula moral sobre la violencia, narrada con una inventiva visual y una creatividad excepcional, o la deliciosa Love Story de Arthur Hiller con la encantadora Ali MacGraw y el guaperas Ryan O´Neal, en una historia romántica que hacía llorar al más duro. No nos olvidamos de la espectacular Cabaret del coreógrafo norteamericano Bob Fosse, película ambientada en el conflictivo de Berlín de 1931 se convirtió en uno de los mejores musicales de la historia. Películas eróticas con un tratamientos exquisito como las protagonizadas por Silvia Kristell en Enmanuelle.
La saga de El Padrino abrió nuevas posibilidades al cine de acción centrado en las mafias que campeaban a su aire, sobre todo en Estados Unidos e Italia. Incluso aquella saga con actores de la categoría de Marlon Brando, Robert de Niro , Al Pacino y Andy García, abordaban la historia con credibilidad. Su director Francis Ford Coppola se cubrió de gloria.
El cine español, en la primera mitad de los setenta fue insulso y malo, abordando subgéneros como la comedia fácil y el nefasto espagueti western. Fuimos los peores en el mundo haciendo películas del oeste y peores aún en aquellas disparatadas comedias, sin contenido alguno, ideadas para la distracción y el olvido de otros problemas del espectador.
Los José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, Antonio Ozores, Manolo Gómez Bur, Antonio Garisa, casi siempre dirigidos por Mariano Ozores aletargaban los intelectos de los ciudadanos españoles.
La segunda mitad de los setenta fue otra cosa, la apertura política y la instauración de la democracia trajo consigo la desaparición de la censura. Fue entonces cuando por fin vimos películas de Buñuel defenestrado por la dictadura de Franco. Las cintas dirigidas por directores como Carlos Saura y Jaime Chávarri, nos mostraron una España mucho más real.
Aquel nuevo e inspirado cine tenía poco encaje en una nueva España, ávida de emociones, el cine de destape, tan maniatado por Franco y sus censores, entro en la cinematografía española, arrasándolo todo y llenando los cines hasta la bandera. Ya no había que esconderse al sexo, y su pecaminosidad se puso en entredicho.
Con el tiempo muchos de aquellos actores renunciaron a su pasado y se pasaron por arte de «birlibirloque» a un progresismo entusiasta sin terminar de convencer. Habían ganado mucho dinero antes y no querían perder sus privilegios con los nuevos tiempos que se avecinaban.
Lo mismo ocurrió con la música fuente de cultura y protesta contra los franquistas de entonces. Algunos de los inteligentes censores no entendían nada de lo que pasaba, y daban vía libre a canciones, discos e intérpretes que veladamente decían más de lo que estaba permitido.
Las grandes manifestaciones musicales, muchas de ellos en favor de causas de interés social, protagonizaron en los sesentas momentos antológicos y espectaculares en el desarrollo de la música mundial.
En 1971 nadie sabía nada o muy poco sobre los problemas que afectaban a Bangla Desh, país al norte de la India, superpoblado y musulmán. Europa y el mundo occidental nada sabían de las miserias y el hambre por la que atravesaba aquel desconcertante país. Ravi Shankar , excepcional músico bengalí, inspirado maestro del sitar, explicó a su amigo, ya ex-Beatle, George Harrison las circunstancias de un país destrozado. George asumió solidariamente la situación y puso en marcha un concierto multitudinario antológico en favor de los necesitados de Bangla Desh.
George Harrison no había actuado desde la desaparición del grupo de Liverpool en 1966, a pesar de su exitoso long play » All things muss pass», donde incluía uno de las canciones místicas mas deliciosas de todos los tiempos, con altercado incluido por reclamación judicial de un autor desconocido. Hablamos de la sensacional My sweet lord», (My dulce Señor). Aquel triple álbum habló por si solo de la gran importancia de George en el mundo de la música, hasta entonces denostado por la personalidad de Lennon y McCartney.
El uno de agosto de 1971, se abría el telón en el Madison Square Garden de Nueva York a una de las manifestaciones más importantes de la historia de la música. Poco a poco fueron desfilando en una tarde noche imborrable las canciones de Dylan, Leon Russell, Eric Clapton y su majestuosa guitarra, el quinto Beatle, nunca reconocido Billy Preston, Badfinger, Ringo Starr y por supuesto Ravi Shankar.
El álbum grabado recaudó 250.000 dólares para la causa de los defenestrados habitantes de Bangla Desh. El rock se colocaba sus mejores galas para salvar vidas…. mejor intención imposible.
Este no fue el único concierto masivo, ni muchos menos, aunque si se distinguió esencialmente por la causa desinteresada que lo promovió. Quedan en el recuerdos las dos ediciones del Festival de la Isla de Wight y la gloriosa manifestación del de Woodstock.
En 1969 la manifestación de la contracultura como máximo exponente del movimiento hippie entraba en acción. La isla de Wigh, al sur del Reino Unido, agrupaba por primera vez a un elenco de grandes figuras en torno a un auditorio de más de 150.000 personas. Vuelos chárter, ferris, trenes especiales y miles de coches y furgonetas llegaron de toda Europa ávidos de unos días únicos e irrepetibles.
El gancho fue Dylan que reaparecía después de tres años, cuando un accidente de moto estuvo a punto de acabar con su vida. Allí estaban actuando Los Beatles, miembros de los Rolling, el autor de Le Meteque Georges Moustaki, Francoise Hardy y Jane Fonda y su marido el director de cine Roger Vadim. Nadie quería perderse la actuación del genio, del profeta pop, del luchador incansable en contra de la guerra del Vietnan, en definitiva del folk singer más importante de la historia.
Los 2500 watios de potencia desplegados para la ocasión atronaron durante treinta horas el campus elegido. Dylan fue la guinda. Dylan cobró por aquel concierto seis millones de pesetas de las entonces.
El segundo Festival de la isla volvió a contar con la presencia de Dylan, aumentando el número de espectadores a cerca de los trescientos mil, el doble del la manifestación anterior. Los organizadores del evento la productora Fiery Creations, pagó 42 millones de pesetas a las figuras del Wight 70. Se consumió durante los cinco días que duró el festival 1.368.800 litros de agua, 113.650 litros de leche, 130.000 litros de cerveza, 24 toneladas de bebidas calientes y se utilizaron 8 millones de vasos de papel y 100 toneladas de papas.
Con dos primeros días de tanteo y actuación de grupos aún no reconocidos, se abordó los tres últimos y apoteósicos días con los Taste, a los que siguieron un público histérico totalmente entregado, Melanie, Chicago, Procol Harum, Arrival, Joni Mitchell, los portentosos The Who con Peter Towsend a la cabeza, Free, los incombustibles Ten Years After, con unos de los guitarristas más inspirados de la historia Alvin Lee, el desgarrador Jimi Hendrix, los líricos Leonard Cohen , Joan Baez y Donovan, los espectaculares Jethro Tull, los rockeros sinfónicos majestuosos Moody Blues, Mungo Jerry, Los Doors con el malogrado Jim Morrison, The family Stone , Miles Davis, Emerson, Lake and Palmer, los poperos Everly Brothers, Tony Joe White, y algunos más que ya no recuerdo.
La isla de Witgh tiene apenas 40 kilómetros de longitud, por unos 23 de anchura y con un censo poblacional de algo más de 130.000 habitantes.
Woodstock fue otra cosa, sin duda el mejor, sin tanta trascendencia como los de Wight, pero con una mucho mejor organización. No hubo escenas como las que se produjeron en Wight de un inusitado vandalismo y de una serie de manifestaciones obscenas y exultantes. Woodstock, fue un festival mucho más tranquilo y enriquecedor.
Dieciocho horas cada día de buena música en torno a más de medio millón de espectadores que se definieron como» tres días de paz, amor y música».
El film que se realizó y produjo en Woodstock contó con 21 cámaras,, 10 ingenieros de grabación y 64 cintas de ocho pistas, grabando la totalidad del concierto, para dar vida más tarde a un triple álbum inolvidable, grabado en directo, con el ambiente del festival y con la sensación de que estás dentro de él.
Por allí desfilaron la portentosa Grace Slick con su Jefferson Airplane, John B. Sebastian líder de los recién separados Lovin´ Spoonful, el grupo country Cannet Heat, Ritchie Heavens, el folk singer Arlo Gutrhie, Joan Baez asiuda los festivales,, Crosby, Stills y Nash aún con Neil Young, Los Who, Joe Cocker, el gran Carlos Santana, Ten Yearts After,, The Family Stones, JHimo Hendrix, Paul Buterfield Blues Bnad, Melanie uy un largo etc.
El festival tuvo lugar en una granja de Bethel, Nueva York, los días 15, 16, 17 y la madrugada del 18 de agosto de 1969.
El genial Picasso hablaba sobre la juventud «No llego a entender eso del abismo de las generaciones. Solo quienes han renunciado a vivir son incapaces de compartir los deseos y esperanzas de plenitud que tienen los jóvenes. Que no me digan que la juventud moderna es más complicada que la nuestra. Eso es la estupidez misma». Frase que daba la vuelta al mundo y que explicaba muy bien el inconformismo de la juventud de los setenta.
Los jóvenes siempre han sido inconformistas, impacientes y ansiosos por consumir una vida, que a su edad les parece eterna. Pero antes había más oportunidades, más ganas de vivir y unos deseos incontrolados de progresar. La juventud de los setenta devoraba el mundo.
Aquella generación consumió rápidamente los recursos de los que disponía y le metieron el diente a los de las generaciones posteriores, poco dejaron al futuro de sus hijos y nietos. Ellos, los que hoy ocupan su lugar, se encuentran hastiados, desesperados y con una gran falta de ilusión, el futuro se les presenta incierto.
(Fin del capítulo, como regalo el himno que conmovió al mundo)