Acoso laboral: un tipo de terrorismo
El acoso laboral es una auténtica lacra en nuestra sociedad contra la que tienen que luchar sin tregua las instituciones. Puede generar auténtico terror en los trabajadores el mero hecho de ir a su puesto de trabajo por lo que se puedan encontrar. La víctima normalmente se encuentra en su centro con malos modos de superiores o compañeros, escritos intimidatorios,órdenes de trabajo confusas y con tareas que no le corresponden. Este tipo de situaciones generan un grado de ansiedad tal que la persona hostigada tiene que recurrir a la baja médica.
Los hostigadores suelen tomarla con los empleados que no pasan por el aro, que son legales, que muestran su no conformidad ante funciones que lo les conciernen y que no están dispuestos a reírle la gracia a nadie ni a decir “sí, bwana” a todo. Los hostigadores promueven el aislamiento de la persona incómoda para ellos e intentan hacerle la vida imposible.
La persona hostigadora se cree que tiene el derecho a emprender acciones vejatorias y degradantes con los compañeros que no piensan como ella. Los hostigadores están acostumbrados a salirse con la suya(“aquí se hace lo que yo digo”) y, cuando se encuentran con alguien que tiene las cosas claras, cualquier motivo vale para arremeter contra él con las armas que hagan falta incluyendo expedientes disciplinarios muchas veces sin fundamento por el mero hecho de que el empleado haya puesto “no conforme” ante una orden de trabajo con tareas que no tienen nada que ver con sus funciones.
Muchos trabajadores lo pasan muy mal, sienten pánico y, además, tienen miedo a denunciar por la posibilidad de perder el empleo. Algunos dicen que no quieren meterse en líos cuando el lío ya lo tienen, que es la situación degradante que están sufriendo.
Este tipo de ‘terrorismo’ laboral provoca suicidios, que algunas veces no trascienden porque no se ha denunciado el hostigamiemto y en estos casos, como en otros, lo que no se denuncia no existe. Tenemos que intentar por todos los medios que este tipo de situaciones no se den en los centros de trabajo, ya que van en contra de la dignidad personal y profesional y del Estado de Derecho. Tanto los que las sufren como los que sean testigos de ellas deben denunciar sin ningún complejo. Están en su derecho y obligación.
Es importantísimo que la sociedad en general conozca y sea consciente de toda esta realidad que se vive en muchos centros de trabajo y fuera de ellos, ya que las víctimas sufren también en casa con pesadillas incluidas. Auténtico terror.
Jesús Manuel Díaz Lorente. Delegado de CSIF Canarias