ATME ha solicitado información sobre el estado de salud de los nueve militares que tuvieron que ser evacuados con síntomas de congelación e hipotermia en unas maniobras de la 1ª compañía del Batallón Montejurra I/66

Atme

Según la información recibida, las medidas tomadas por los mandos de la compañía evitaron que la situación hubiera podido ser peor.

Que se conozca, desde el mes de diciembre, se contabilizan 3 muertos y 12 hospitalizados en accidentes ocurridos en maniobras.

Leganés, 18 marzo de 2024

¿Es la profesión militar una profesión del alto riesgo?

Pudiera parecer que no, ante la nula inquietud mostrada por el ministerio de Defensa sobre este tema, donde aún se está pendiente de recibir su respuesta sobre una iniciativa remitida sobre este asunto por la asociación ATME, a través de la secretaria permanente del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas.

Pero pese a esta indiferencia, los datos que se han podido conocer en los últimos meses son extremadamente contundentes:

  • Dos muertos por ahogamiento y dos hospitalizados por hipotermia, uno de ellos con parada cardiorrespiratoria previa, en diciembre de 2023 en unas maniobras en Cerro Muriano (Cordoba).
  • Un muerto y un hospitalizado en febrero de 202u en un convoy que regresaba de unas maniobras, en la A-5 sentido Madrid, en Extremadura.
  • Nueve hospitalizados por congelaciones e hipotermia en marzo de 2024, en unas maniobras en el Pirineo aragonés

 

Sobre este último caso, según ha podido conocer ATME, la actuación del capitán de la compañía evitó que los afectados fueron más numerosos y con un pronóstico más grave, ya que, ante la previsión de una meteorología extremadamente advera y con objeto de velar por la seguridad e integridad de su personal, solicitó al jefe del Batallón Montejurra I/66 el cambio de la zona de vivac y la suspensión de la instrucción nocturna.

A pesar de ello, hubo nueve afectados que fueron rápidamente evacuados al Hospital de Huesca y posteriormente, dos de ellos, al Hospital General de la Defensa de Zaragoza.

La profesión militar, como ha defendido reiteradamente ATME, es una profesión de riesgo donde se prepara a sus integrantes para las situaciones más extremas y peligrosas, donde no existe el “riesgo cero”, pero ello no es óbice para minimizar todos los riesgos posibles, como ocurrió en esta ocasión.