Editorial… ¿Qué carne comemos…? ¿De donde viene?..
La carne que pagamos a precio de oro y que llega de otros lares que no son Canarias son insufriblemente comestibles. No sabemos de donde viene y cual es el tratamiento que llevan hasta llegar a Canarias. Los grandes «Híper y Súper» nos endosan un producto con muy buena pinta, encarecido en un 20% al menos con respecto a la península, y que engullimos con cierto «asquito». La pinta es buenísima, yo no sé si le pasan unas buenas dosis de jabón o se hinchan a echar agua hasta que la dejan medio blanquita y un poco sonrosada, dando el pego de carne llegado de un animal recién sacrificado. Pero nada corresponde a la realidad, lo cierto es que la colocas en la sartén con un poquito de aceite y empieza a soltar agua por todos lados, cociéndose y recociéndose, hasta que al final se fríe, soportando que se convierta en una suela de zapatilla.
¿De donde viene esa carne?..¿Qué carne comemos?.. ¿También en eso establecen diferencias con respecto a la península?.. ¡Pues estamos arreglados…!
Los únicos que se libran de la quema son nuestras carnicerías de toda la vida, que como están diseminadas, a veces hay que buscarlas con cuentagotas. Los mercados de abastos y algunos pequeños carniceros en municipios y ciudades, alejados de los ciudadanos, permiten a los híper vender con comodidad, aunque sea todo menos carne.
La verdad es que nunca lo hemos entendido, o somos o no somos, y si somos disfrutemos de los mismos beneficios que los peninsulares, ni carne peor de procedencia sospechosa, ni pagarla más cara. Encima de lejanos en la distancia y con problemas de conexión…. «apaleaos».
Da gusto ir a la península y comerte en cualquier lugar, sobre todo en el norte, esa carne jugosa a buenos precios, disfrutando de algo tan necesario.
Animemos a nuestros carniceros a que tomen riegos y acerquen sus establecimientos un poco más al ciudadano facilitándoles la movilidad y como consecuencia la fácil y necesaria compra.
«A los Híper y Súper», les pedimos un poco de consideración, no todo vale, ni tenemos un paladar diferente a los peninsulares, solo somos en cierto modo conformistas, pero aunque lo piensen, «no nos meten gato por liebre», no somos tontos.
Por cierto para no ser totalmente injustos… algunos se salvan de la quema.