El grito de Gaza y toda Palestina…
Alaa es una niña. Vive (o más bien sobrevive) en la franja de Gaza. Junto con su familia (los que aún viven) ha sido desplazada a Rafah. Sí, esa ciudad a donde Israel obligó a refugiarse a los que ya eran refugiados en su propia tierra, Palestina. Esa ciudad, Rafah, que ahora mismo soporta más de un millón y medio de refugiados y que el estado genocida de Israel trata de borrar del mapa…
Alaa y su familia malviven en las ruinas de un edificio abandonado. Según cuenta, «el lugar es muy oscuro. La luz sólo entra por las rendijas entre los escombros. Lo peor es el olor que dejan los misiles». Sigue esperando un alto el fuego….
Sama es una bebé. Nació una vez empezado el genocidio. Su esperanza de vida, por tanto, es incierta. Su madre, Sama Shallah, que tiene otros cinco hijos, sobrevive en el campo de refugiados de Deir al-Balah, en el interior de lo que fue una escuela. Hay un charco de aguas residuales estancadas justo enfrente. Llegaron aquí después de que su casa fuera reducida a escombros, unos días antes del nacimiento de Sama. Lo han perdido todo. Sólo les queda la vida (al menos, por ahora)…
Jalal va a trabajar todos los días a la base logística de UNRWA (la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo) en Rafah. Él vino a Rafah junto con su mujer y sus hijos después de que sus hermanos, sus padres, y otros familiares fueran asesinados. Su trabajo consiste en distribuir y organizar suministros (cuando los hay) para los refugiados en instalaciones de UNRWA o cerca de ellas. Es un héroe sin capa. Desde aquel imborrable y fatídico siete de octubre más de 165 trabajadores y trabajadoras de UNRWA han sido asesinados…
No son historias inventadas. Constan, junto con otras muchas, en la página web de UNRWA España. Pero sólo son una mínima muestra del dolor que sufre una población a la que se le niega el Derecho a vivir en paz en su propia tierra. Un territorio del que otra nación intenta apoderarse mientras el mundo mira para otro lado…
Hace sólo una semana, el Presidente de los Estados Unidos y principal «valedor» de Israel, Joe Biden, anunció un ultimátum instando al Presidente israelí, Benjamin Nethanyahu, a detener la ofensiva sobre Rafah bajo la «amenaza» de dejar de enviarle armamento. Hablamos entre otras, de 3.500 bombas que serian arrojadas sobre Rafah. Tras una semana, resulta que Biden se lo está repensando. No nos engañemos. Simplemente valora la posible pérdida de votos para las próximas elecciones. Las personas, los seres humanos, no importan…
Los estudiantes de las universidades estadounidenses han empezado a manifestarse realizando acampadas en sus campus. Las universidades amenazan con su expulsión, impidiéndoles terminar sus carreras. Las Instituciones que deben ser adalides de la Educación y la Cultura se ponen de parte de la injusticia, el abuso y el odio irracional. Las fuerzas de seguridad hacen lo mismo…
Algunos países (Colombia, Brasil, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba) se empiezan a posicionar del lado de Sudáfrica, la única Nación que ha tenido la valentía suficiente para iniciar una demanda ante la Corte Internacional de Justicia acusando a Israel de genocidio. El Gobierno español parece decidido a reconocer (por fin) al Estado Palestino. Para cuando todo esto empiece a caminar será demasiado tarde. Ya no habrá Pueblo al que proteger…
Lo peor es que esta situación no empezó realmente el pasado siete de octubre. Comenzó el 15 de mayo de 1.948. Y desde entonces, hasta ahora. Desde entonces, un pueblo que fue masacrado está masacrando a otro en nombre del odio…