El Hierro se suma a la convocatoria de manifestaciones y concentraciones realizada por Colectivos del 20 A en toda Canarias contra el modelo turístico depredador

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15 de Octubre 2024

La concentración tendrá lugar en Valverde, frente a la Consejería de Turismo del Cabildo de El Hierro (Calle Doctor Quintero, 4), el próximo domingo 20 de octubre a las 12 horas.

Han pasado cinco meses desde las históricas manifestaciones del 20 de abril, y partidos políticos e instituciones, lejos de atender las demandas sociales y mostrar alguna señal de haber comprendido el gravísimo problema al que nos enfrentamos, siguen apostando por un modelo turístico depredador. La eterna huida hacia adelante: más carreteras, más hoteles, más turistas, más destrucción de ecosistemas, más trabajo precario y más pobreza.

Durante este tiempo, en la isla de El Hierro se cumplió el plazo para la presentación de alegaciones a la ordenanza que desarrolla la denominada “Ley de las Islas Verdes” (2019), controvertida normativa que ampara la ocupación de suelo rústico con infraestructuras turísticas en El Hierro, La Gomera y La Palma. Entre los previsibles impactos, este tipo de construcciones en ambientes rurales promueve la urbanización difusa, complementada con diverso equipamiento (carreteras, tendidos eléctricos, red de alcantarillado, etc.), deteriorando el suelo agrario y el paisaje, pilares que avalan un auténtico modelo de desarrollo sostenible.

Este acoso al suelo rústico acontece en un momento crucial para una de las islas del archipiélago que mejor ha conservado su naturaleza, paisajes y sector agropecuario. El Hierro no solo es una isla bien dotada de infraestructuras turísticas (en la actualidad 3.200 plazas alojativas), sino que el territorio muestra indicios evidentes de estar al límite de su capacidad de carga. Respecto al agua, en un contexto de déficit hídrico crónico, la apuesta por la desalación (que supone casi el 40% del abastecimiento) representa una opción cara, contaminante (emisión de gases de efecto invernadero y producción de salmuera) y dependiente del exterior (importación de gasoil). Por otro lado, emplazados en pleno Cambio Climático, disminuyen las precipitaciones y aumentan las temperaturas, acentuándose la demanda de riegos en el agro herreño. Respecto a la generación de residuos, el propio Cabildo asume el colapso del vertedero de La Dehesa, condicionando cualquier planeamiento que implique incrementar cada año el volumen de basuras. La estrategia de futuro debería promover su reducción, fomentando el reciclaje y la reutilización. Por último, la conservación y explotación sostenible del suelo agrario, que apenas representa un 15% de la superficie insular, tendría carácter de prioridad, por una simple cuestión de soberanía alimentaria.

En el preámbulo de las ordenanzas de El Hierro subyace una auténtica declaración de intenciones: ajustar la oferta turística a la demanda. Es decir, promover el crecimiento por el crecimiento, apostando por un modelo que ha suscitado la crisis ambiental y social en otras islas del archipiélago. Abrir la caja de pandora de la urbanización turística del suelo rústico en El Hierro, sin establecer siquiera límites cuantitativos, tendría consecuencias irreversibles que lamentaremos. Las personas y colectivos que defendemos otro modelo de convivencia con el territorio planteamos precisamente lo contrario: ajustar la demanda a la oferta, creciendo no en términos cuantitativos, sino cualitativos, poniendo en valor su patrimonio natural, impulsando una red de senderos bien acondicionados, rehabilitando y embelleciendo los entornos humanizados, promocionando recursos etnográficos y culturales, etc. Y si se tienen que hacer nuevos equipamientos turísticos, siempre limitados y estudiados, que se implanten en áreas urbanas y suburbanas, evitando la dispersión y concentrando población e infraestructuras.

Las protestas del 20 de abril modificaron la agenda y abrieron un debate social y político esencial para este cambio. Potenciaron la identidad colectiva del pueblo canario y difundieron, dentro y fuera del archipiélago, los problemas sociales y ambientales que enfrentan las islas, consecuencia de un modelo caduco basado en una premisa falsa: la posibilidad de un crecimiento infinito en un territorio tan limitado como el nuestro. El modelo económico ha quedado desacreditado ante la población.

Aunque nuestra clase política no haya querido escuchar el mensaje, la mayoría de la sociedad canaria tiene claro que el modelo actual es insostenible. La falta de medidas reguladoras está haciendo que nuestras islas sean cada vez más inhabitables. Poner límites es imprescindible para promover un modelo sostenible que coloque en el centro a las personas y a nuestra naturaleza, y no el beneficio económico de unos pocos. Para lograrlo, es necesario trabajar desde muchos frentes: concienciación, denuncias, trabajo en red, apoyos externos y, por supuesto, la expresión de la voz del pueblo en las calles.