El ITER colabora con la Universidad Autónoma de Barcelona para medir el gas metano en los vertederos

La entidad dependiente del Cabildo participa en este proyecto en el que ya se han analizado cinco vertederos catalanes

30 de septiembre de 2024. El Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER), entidad dependiente de la Corporación insular, colabora con la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) sobre la emisión fugitiva de metano (CH4) a la atmósfera en vertederos catalanes. Este proyecto, liderado por la UAB, está siendo financiado por la Agencia de Residuos de Cataluña, dependiente de la Generalidad de Cataluña.

El consejero de Innovación, Investigación y Desarrollo, Juan José Martínez, explica que el ITER “tiene una dilatada experiencia sobre esta temática y desarrolla diferentes proyectos con otras entidades que quieren aprovechar los conocimientos que atesora nuestro personal”. En ese sentido, los científicos del ITER han realizado campañas para detectar y cuantificar emisión fugitiva de metano en cinco vertederos catalanes, que son Pla de l’Estany (Girona), Castellnou de Seana (Lleida), Centre de Tractament de Residus municipals d’Osona y Can Mata en Els Hostalets de Pierola (Barcelona).

El objetivo de este proyecto es mejorar la estimación sobre la emisión de metano (CH4) a la atmósfera en vertederos catalanes y contribuir a cuantificar la eficiencia de los sistemas de extracción de biogás en los vertederos de Cataluña. La importancia de este tipo de estudios es que se está observando un incremento de la concentración de CH4 en la atmósfera y, a escala global, los vertederos contribuyen con un 11% de la emisión de CH4 a la atmósfera procedente de la actividad humana.

El metano es el segundo gas de efecto invernadero que más contribuye al cambio climático después del dióxido de carbono. De hecho, la capacidad del metano para atrapar el calor en la atmósfera es incluso mayor que la del dióxido de carbono. En una escala temporal de 100 años, el metano tiene un potencial de calentamiento global 28 veces mayor que el dióxido de carbono y es 84 veces más potente en una escala temporal de 20 años.