El regreso de Trump anuncia un mundo peor
El lunes 20 de enero Donald Trump toma posesión como presidente de los Estados Unidos. Regresando a la Casa Blanca tras el paréntesis que supuso el mandato del demócrata Joe Biden. La llegada de Trump tiene repercusiones que van mucho más allá del plano interno y afectará de manera significativa a la economía global, a las relaciones internacionales -y, en ese ámbito, a la estabilidad y el futuro de la Unión Europea-, al debilitamiento de las democracias y el paralelo fortalecimiento de opciones iliberales, ultraconservadoras y autoritarias. Y, por supuesto, a la agenda verde y a la lucha contra la Crisis Climática.
Vuelve cuatro años después del asalto al Capitolio por parte de sus seguidores, tras no aceptar la victoria de Biden en los comicios de noviembre de 2020. Un grave e histórico ataque a la democracia estadounidense con el que Trump se mostró absolutamente comprensivo, no en vano había estimulado la insurrección, el intento golpista, con sus acusaciones de fraude y robo electoral sin prueba alguna. Se trató de un intento de subvertir por la fuerza la voluntad popular mayoritaria expresada en las urnas, tratando de impedir que se ratificaran los resultados electorales y que se llevara a cabo el nombramiento como nuevo inquilino de la Casa Blanca del demócrata Joe Biden, claro vencedor de los comicios.
Extremismo
Ahora regresa y lo hace con mucho mayor extremismo. Con un fuerte apoyo económico, tecnológico y mediático. Con el respaldo del multimillonario Elon Musk que ha puesto a su servicio X, el antiguo Twitter, y que se ha convertido en su consejero áulico para afrontar el desmantelamiento del estado, ya muy inferior en prestaciones a los europeos, al estado social nacido del pacto entre conservadores y socialdemócratas tras la IIª Guerra Mundial. Planteando cargarse, entre otras, la Ley de Cuidados de Salud Asequible promovida por Obama (Obamacare).
Trump cuenta con la complicidad manifiesta, también, de Mark Zuckerberg, CEO de Meta, que anunció que dejará de verificar lo que circula en Facebook. Lo que permitirá que las mentiras, los bulos y los más variados discursos de odio campen a sus anchas sin control alguno. Lo que ha llevado a la Federación Europea de Periodistas a reclamar a los responsables políticos europeos “a consolidar la integridad del ecosistema mediático legítimo, frente a las plataformas transformadas en armas masivas de intoxicación de la opinión pública”. Recalcando que los medios de comunicación profesionales “se someten a la autoridad moral de organismos de autorregulación independientes como los consejos de prensa” y constituyen “el mejor antídoto contra la desinformación difundida por las plataformas digitales”.
Imperialismo
Los anuncios que viene realizando antes de su toma de posesión, más allá de sus formas bravuconas, son alarmantes y suponen, entre otros aspectos, un recrudecimiento del más burdo imperialismo por parte de la gran potencia económica, militar y cultural. Entre ellos su intención de anexionarse Groenlandia, inicialmente mediante su compra a Dinamarca, como ya el propio Trump había planteado en 2019, pero no descartando otras formas de hacerse con la propiedad de esta isla de escasa población, unos 50.000 habitantes, y una superficie que multiplica por cuatro la del Estado español.
Lo hace movido por razones geoestratégicas y, fundamentalmente, económicas, al albergar Groenlandia en su subsuelo gas, petróleo, uranio y oro, así como tierras raras, minerales esenciales para los desarrollos tecnológicos -coches eléctricos, memorias de ordenadores, aerogeneradores, baterías de gran capacidad o teléfonos inteligentes- que también podrían encontrarse de forma abundante, según señalan algunos expertos, en el suelo marino de Canarias.
Además, envió otro aviso a Canadá, todavía conmocionado por el anuncio de retirada de Justin Trudeau, el líder liberal que ha sido su primer ministro durante casi diez años. Trump planteó la posibilidad de que su vecino del norte quede integrado como 51 estado de la Unión. Argumentando que, de producirse, “no habría aranceles, los impuestos bajarían muchísimo y no estarían amenazados por los barcos rusos y chinos que les rodean constantemente». De momento, no está encontrando el beneplácito de los dirigentes políticos canadienses.
Por otra parte, Trump mostró su interés en recuperar el control del Canal de Panamá, devuelto al país centroamericano por el tratado Carter-Torrijos del año 1977, aunque su traspaso se hizo efectivo a finales de 1999. Argumentando que Panamá les cobra mucho por su uso y que, además, favorece su gestión por China; y señalando que para alcanzar su propósito no dudaría en utilizar la coerción militar o la económica. El incremento de las acciones militares para resolver conflictos o para favorecer los intereses económicos de Estados Unidos en cualquier lugar del planeta se encuentra muy presente en los discursos de Trump.
Crisis climática y migraciones
Junto a esos objetivos expansivos e imperialistas, el líder republicano ha ido desgranando sus fobias hacia las energías renovables, los coches eléctricos o la racionalización y el ahorro en el consumo del agua. Su rechazo a la agenda verde y a las medidas para hacer frente a la Crisis Climática se encuentra detrás, sin duda, del descuelgue de varios bancos estadounidenses -JP Morgan, Bank of America, Citigroup, Morgan Stanley, Wells Fargo y Goldman Sachs- de la Alianza Bancaria por el Cero Neto, la mayor coalición climática del sector bancario para reducir las emisiones de carbono, convocada por la ONU en abril de 2021.
Y, con relación a los movimientos migratorios, ha anunciado deportaciones masivas, poniendo énfasis en el peligro que los inmigrantes indocumentados suponen para la seguridad cuando los datos confirman que los nativos cometen el doble de delitos y estos son más graves y más violentos. Además, el efecto Trump ya está suponiendo dentro de los EE.UU. que algunos estados ultras estén procediendo al traslado de miles de inmigrantes hacia otros menos beligerantes.
Además, Musk, su gran aliado, se injiere en la Unión Europea. Intentando debilitar a los Laboristas en el Reino Unido, donde respalda a los pro Brexit del ultraderechista Farage. Interviniendo en las elecciones federales alemanas de febrero en apoyo de la extrema derecha que tiene en su programa la salida del euro, el endurecimiento del derecho de asilo, el abandono del Acuerdo de París, el mantenimiento del carbón como fuente energética y la vuelta de la energía nuclear, además de recuperar la compra de gas ruso, levantando la sanciones a Putin. Y, asimismo, negociando con el Gobierno italiano de Giorgia Meloni (gran aliada de Trump en la UE) un acuerdo de 1.500 millones de euros con SpaceX para obtener comunicaciones seguras por satélite, justo cuando la UE avanza en una alternativa para reforzar, según señala la Comisión Europea, “la autonomía estratégica y el liderazgo tecnológico de Europa”.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca es una pésima noticia. Supondrá un fuerte espaldarazo a las extremas derechas y a sus proyectos de reducción drástica del estado social y de rechazo a la acción medioambiental contra el cambio climático. La extensión de sus ideas machistas, racistas y homófobas. Un apoyo decidido, asimismo, a la desinformación y a la manipulación masivas. Se abre, por tanto, una etapa muy delicada para la cohesión de la Unión Europea y para el presente y el futuro de las democracias. Lo que exige a los demócratas los máximos esfuerzos para defender las libertades, el derecho a una información veraz y contrastada y los avances sociales alcanzados, profundizando en ellos, así como la acción decidida contra la Crisis Climática que amenaza gravemente al planeta y a sus habitantes.
Román Rodríguez es presidente de Nueva Canarias-Bloque Canarista (NC-bc).