El Sabadell rechaza por tercera vez una fusión, pero al banco también le han dicho «no»

El Sabadell

07 de Mayo 2024/Agencias
El Banco Sabadell ha rechazado este lunes por segunda vez una fusión con el BBVA, igual que sucedió en noviembre de 2020, y si se suma que una década antes también abortó otra con la Caixa, ya son tres las ocasiones en las que el banco prefirió seguir en solitario.

Sin embargo, en la historia financiera reciente, al grupo que preside Josep Oliu también le han dado calabazas, al menos en tres ocasiones el Banco Popular, dos de ellas durante la presidencia de Javier Valls Taberner y una tercera en 2015, con Ángel Ron al frente de la entidad, según fuentes próximas a aquellas negociaciones.

El Banco Sabadell aumentó su tamaño a base de compras, desde el Herrero y el Guipuzcoano hasta la CAM -la Caja del Mediterráneo- pasando por el Urquijo o su salto al Reino Unido con la compra de TSB pero, en más de una ocasión, estudió la posibilidad de una fusión con uno de sus grandes competidores.

La operación que, aparentemente, más veces estuvo sobre la mesa fue la de una fusión con el Banco Popular, al igual que el Sabadell, con una buena cuota de mercado en el negocio de pymes. En las dos primeras veces, el Sabadell, más pequeño que el Popular, recibió el rechazo de este último.

En el tercer intento con el Popular, ya en 2015, prácticamente de igual a igual por tamaño, las negociaciones tampoco prosperaron, a pesar de que en las reuniones, además de Oliu y Ron, llegaron a participar accionistas de referencia: el colombiano Jaime Gilinski, por el Sabadell, y el mexicano Antonio del Valle, por el Popular.

Dejando a un lado las tres veces que el Popular frustró los planes del Sabadell, en tablas quedó el intento de fusión del banco catalán con Bankia, poco antes de que la entidad se decantara por CaixaBank.

Durante la presidencia de Rodrigo Rato en Bankia, avanzado 2011, hubo una primera aproximación del Sabadell que apenas cuenta, admiten fuentes cercanas; sin embargo, años después del rescate de la entidad, a finales de 2019, los contactos se intensificaron.

En esta ocasión, el entonces consejero delegado del Sabadell, Jaime Guardiola, fue el encargado de pilotar las negociaciones directamente con su homólogo en Bankia, José Sevilla, con quien había coincidido en el pasado en el BBVA.

Esos contactos se llevaron a cabo en ambos casos con el conocimiento de los presidentes de ambas entidades, Oliu por el Sabadell, y por Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, que en sus años en BBVA había sido jefe de Guardiola y con quien comparte desde entonces una gran amistad.

La operación contaba con todo el sentido estratégico, pues Bankia aportaba negocio de particulares y empresas, especialmente en Madrid, y Sabadell, su cuota en pymes y su fuerte presencia en Cataluña. Si bien, la forma de pago impidió que la operación saliera adelante.

La idea, recuerdan igualmente fuentes al tanto de estas negociaciones, era un canje de acciones, lo que haría que el Estado, a través del FROB pasara tener cerca de un 30 % del nuevo grupo, sin embargo, el hecho de que no hubiera un pago en efectivo impidió que avanzaran las conversaciones.

Tres rechazos a una fusión
La negativa de este lunes del Sabadell de ser absorbido por el BBVA, a pesar de que el banco comprador estaba dispuesto a ofrecer cerca de 11.500 millones de euros en títulos, supone el segundo «no» del grupo catalán a una oferta del BBVA.

El Sabadell está convencido de que la propuesta de compra infravalora su proyecto y sus perspectivas de crecimiento, aunque el BBVA haya ofrecido una prima del 30 % respecto a la cotización del Sabadell de comienzos de la semana pasada.

En noviembre de 2020, el primer intento público de compra del Sabadell por parte del BBVA saltó por los aires porque el banco que preside Oliu consideró muy baja la oferta y decidió iniciar una nueva etapa en solitario, ya con César González-Bueno como nuevo consejero delegado.

Pero no era la primera vez que el Sabadell decía que no, pues una década antes, en 2010, se había frustrado un intento de fusión entre la Caixa, entonces presidida por Isidro Fainé, y el Sabadell, a pesar de contaba con el visto bueno inicial del propio Oliu.

La operación se dio por hecho que saldría adelante porque Fainé y los Lara, accionistas del Sabadell, querían que se llevara a cabo y crear un gran banco catalán, además de que, según aseguran fuentes financieras, llegó a contar con el visto bueno de Oliu que, al final, rechazó la propuesta.