Entrevista al historietista Daniel Torres

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DANIEL TORRES, historietista: 

 

“Creo que mi trabajo es un testimonio de como ha evolucionado la cultura de este país”

 

El veterano dibujante valenciano Daniel Torres vive en estos días el subidón que para los historietistas supone la salida a la calle de una nueva obra, por muchas que hayan publicado, que en su caso superan la treintena. Este autor comenzó estudiando la carrera de Arquitectura pero como suele ocurrir no encontró lo que buscaba y se pasó a Bellas Artes, donde le fue mucho mejor. Su carrera se inicia en 1980 y desde entonces, según dice “me hice profesional del tebeo y la ilustración” y así lleva a lo largo de más de cuatro décadas de carrera. Un logro que no es habitual. En este tiempo ha publicado libros, trabajado en publicidad, ilustración y hecho cómics tanto para el mercado nacional como internacional, donde se le valora especialmente en Estados Unidos y Francia. Los críticos lo relacionan con la Nueva Escuela Valenciana y con el retrofuturismo. El autor explica cómo vive estos momentos inmediatos tras la salida hace unos pocos días al mercado de la obra Roco Vargas, Memorias de un futuro que no fue y en qué consiste. 

 

-Acaba de publicarse la semana pasada y es un libro sobre el personaje con el que más historias he hecho que es Roco Vargas. Mientras que los nueve libros anteriores sobre el personaje son el cómic propiamente dicho, en este lo que hago es una especie de recopilación del material gráfico y de ilustraciones, para explicar mejor lo que significa el retrofuturo. El cómic lo que relata es una historia con argumento, nudo y desenlace, la forma clásica, por lo que a lo largo del tiempo siempre quedan muchos aspectos que tienes que ahorrar y guardar en un cajón. Por eso lo saco ahora para hacer un retrato más amplio del mundo de este personaje. Acaba de publicarse la semana pasada.

 

-¿Cómo definiría a su personaje Roco Vargas ?

 

-Es un héroe del espacio que en un momento dado decide retirarse, dejar de ser un héroe y dedicarse a escribir novelas de kiosco, baratas, tipo pulp. Pero como todos sabemos en un personaje de ficción dramático el pasado lo persigue y acaba encontrándolo. Entonces tiene que enfrentarse a esa decisión de olvidarse de sí mismo y aceptar el mundo de las aventuras.

 

-¿Cómo fueron sus inicios en el mundo del cómic?

 

-Hay que tener en cuenta el período en el que comencé, al final del franquismo en el que todo estaba por hacer, tanto en cómics como en otras muchas cosas, en cuanto a renovación social y cultural. Creo que mi trabajo es un testimonio de como ha evolucionado la cultura de este país. 

 

-Se le considera el máximo exponente de la Nueva Escuela Valenciana de cómics.

 

-Como ya digo en aquella época el panorama era muy abierto y salieron muchas publicaciones nuevas y entonces lo lógico es que aparecieran nuevos autores que estuvieran a la altura de lo que estaba ocurriendo. En Valencia en los años ochenta la crítica, que también comenzaba en esos momentos, nos definió como Nueva Escuela Valenciana pero ya sabemos que esto tan sólo son etiquetas. Lo cierto es que entonces aquellos autores sí teníamos una forma de hacer las cosas y unos gustos que resultaban más o menos similares aunque no fueran siempre los mismos. Pero los propósitos sí eran comunes, a lo que se unió ser joven, que nos conocíamos y aprendimos juntos a dibujar. Teníamos unas afinidades pero no éramos una escuela y no nos propusimos nada de antemano.

 

-Y además esto ocurre en un periodo muy particular de la historia de España. 

 

-Sí, a todo eso hay que sumarle los tiempos que vivíamos entonces en los que ya digo, todo estaba por hacer.

 

-Curiosamente su primera obra se publica en el exigente mercado francés.

 

-Empezamos a viajar fuera de España, yo iba mucho por Francia a los salones de cómics y allí la pregunta que nos hacían los periodistas franceses y alemanes siempre era cómo había sido la experiencia de salir de una dictadura porque era algo que a ellos les resultaba muy curioso. Nosotros les decíamos que ya se había derogado la censura, que se podía publicar de todo y que había un montón de obras nuevas en los kioskos. Era un momento de esplendor en el que surgían muchas cosas diferentes, en la cultura, literatura, en el cine o en la música. Había un camino por delante muy grande para explorar por lo que sociológicamente creo que ahora es una cuestión a estudiar. De pronto es algo que igual los jóvenes no entienden pero lo que ocurrió entonces es que de pronto aparecieron un montón de oportunidades que estaban ahí, frente a nosotros y todo lo que hicimos fue aprovecharlas.

 

-Usted comienza a publicar en la revista Cairo y en El Víbora

 

-En El Víbora estuve como un año o dos y creo que durante unos meses compaginé ambas publicaciones, pero luego vi que la línea editorial, no encajaba muy bien con mi trabajo y empecé a publicar tan sólo en Cairo y ya luego he trabajado casi siempre con Norma Editorial a partir de entonces.

 

-Las dos publicaciones ya han desaparecido ¿Cuáles eran las principales diferencias?

 

-No existen y de hecho no creo que hoy haya alguna publicación mensual de cómics en España, aunque estoy un poco desconectado.

 

-Bueno sigue El Jueves.

 

-Sí, claro pero era un humor distinto, lo que se ha dado en llamar humor gráfico, que son distinciones muy sensibles que hacíamos entonces. Las diferencias serían que El Víbora era una revista que por decirlo de alguna manera, tocaba temas de actualidad desde el punto de vista de la contracultura, como las protestas sociales. Cairo estaba más vinculada al pop, trataba las aventuras como motivo principal y había cierto clasisismo en las formas y eso en aquel momento resultaba novedoso. A quienes no vivieron aquellos tiempos es difícil que lleguen a entender lo que ocurría. Por eso ahora, cuatro décadas y media después creo que es el momento de que sean los historiadores quienes a través del análisis de las manifestaciones artísticas, entre ellas la narración gráfica, puedan ver la evolución de la sociedad. 

 

-Hablando de El Víbora no sé si sabrá de la reciente muerte del guionista de esta publicación  Onliyú.

 

-Sí, por supuesto. Nosotros hicimos una historia juntos. Lo conocí en la redacción y como parte de un intento de crear una obra lo más afín posible a la línea editorial de El Víbora se nos ocurrió la idea de trabajar juntos. Fue lo único que hicimos. Cuando ya me decidí a pasar a El Cairo no volvimos a trabajar ni tuve más contacto con él.

 

-Ha hecho alguna incursión en el mundo de la animación también.

 

-En animación todo lo que he hecho ha sido en el año 2000 una serie de capítulos de televisión de un cuento para niños sobre un personaje mío que es un dinosaurio llamado Ton. Pero vamos, para el cine, cine no he hecho nada.

 

-Su obra ha tenido una gran acogida en el mercado internacional.

 

-Sí, en las décadas de los años ochenta y noventa casi todo lo que se publicaba aquí, inmediatamente salía en Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Italia y Alemania. De hecho, mi primer libro salió en Francia. 

 

-¿Cómo definiría el retofuturismo con el que se le relaciona?

 

-Es una ciencia ficción que trata posibles futuros basados en muchos parámetros del presente o el pasado. Está claro que no se puede hacer historia del futuro a no ser que lo hagas desde la ciencia ficción con elementos de los años 40 ó 50, especialmente en el diseño de la ropa, los coches, motos, la arquitectura y las sociedades. Eso es lo que se llama retrofuturismo, una  palabra que explica bastante bien el concepto.

 

-¿Cómo presentaría al robot Cosmo a alguien que no lo conozca?

 

-Pues es un robot muy simpático, una especie de mascota mecánica. No es original en el sentido de que ya hemos visto muchos tipos de robots que son más parecidos a un perrito o a un monito que a una tostadora pero que en este caso tiene sus manifestaciones humanas. A veces estos personajes nos parecen más humanos que nosotros mismos.

 

-Entre los premios que ha recibido está el reconocimiento a toda su carrera por parte del Salón del Cómic de Barcelona de 2022.

 

-Sí, fue un premio a toda una vida dedicada al cómic. Cada año se dan distintas categorías y luego este con el que se reconoce toda una trayectoria y por eso es más importante porque para que te lo den tienes que haberle dedicado muchos años a tu trabajo. Los otros te lo pueden dar por tu primera obra. Precisamente, en 1993 me premiaron por El Octavo Día.

 

-¿Cómo atisba su futuro profesional?

 

-Pues  gracias a llevar tantos años trabajando en esto espero poder crear muchos libros más. Como comprenderá a estas alturas de mi vida creo que es mi obra la que puede explicar lo que he aportado al mundo del tebeo y de la narración gráfica.