Entrevista con el dibujante catalán, Diego Olmos

DIEGO OLMOS

DIEGO OLMOS ALMIÑANA, historietista:

 

“En la actualidad si una historia interesa sacarla ahora y si es popular lo deciden las editoriales, no los autores”

 

Diego Olmos Almiñana comenzó de forma muy precoz a dedicarse al dibujo de forma profesional, hasta el punto de que su trabajo de final de carrera ni siquiera lo llegó a entregar porque fue directamente a la imprenta para ser publicado. Era una adaptación de El Gabinete del Doctor Galigari, que hace poco tiempo ha sido reeditado, ampliado y revisado. El autor catalán primero permaneció durante tres años en la prestigiosa Escola Joso, una entidad académica que se ha convertido en referencia en todo el país y luego estudió ilustración a lo largo de otros cuatro años en La LLotja, escuela de Artes y Oficios. El resultado es que nos encontramos ante un creador completo en cuanto que se encarga de los guiones y dibujos, excepto en la época en la que trabajó para DC y se sumergió en el mundo de los superhéroes americanos, con sus ventajas y limitaciones. 

 

Previamente estuvo con editoriales como Norma o Cúpula hasta que le ofrecieron integrarse en este mercado norteamericano, en el que los autores están bien pagados y logran una estabilidad económica casi impensable de conseguir por otras vías en un sector tan precario. En aquellos momentos sus planes iniciales eran dirigirse en sentido radicalmente contrario: en un principio su intención era trabajar para el mercado franco-belga pero lo cierto es que en el estadounidense permanecería durante once años dibujando a Catwoman, Batman y otros muchos superheroes urbanos. Finalmente, decidió dejar atrás esa etapa que explica con sus propias palabras.

 

-Entonces tuve que cambiar totalmente mi estilo que al principio era muy expresionista, en blanco y negro con influencias como Mignola, Jose Muñoz, Max o Javier Olivares…o hasta el propio Frank Miller haciendo Sin City. No obstante, aunque a los editores americanos parecía gustarles lo que hacía cuando les preguntaba si tenían ese tipo de trabajo para mí me decían que no. Tuve que adaptarme y hacer un gran esfuerzo para convertirme en un dibujante realista en código superhéroe. 

 

-La principal ventaja es la económica… 

-Sí, económicamente me fue muy bien pero el problema eran los ritmos de trabajo que son muy salvajes. No fui muy popular pero se me reconocía y solicitaba. El problema es que aquella vida no era la que yo soñaba cuando decidí dedicarme al cómic: quería ser más autor, publicar mis propios trabajos, historias y demás. Por eso como había lapsus de unos dos o tres meses en los que no trabajaba para el mercado americano, me dedicaba a sacar adelante proyectos propios. Hice una saga, aunque al final se quedó en dos álbumes, llamados H2Octopus para Planeta Agostini, pero hubo cambio editoriales y lo que estaba en marcha quedó aparcado. 

 

-Un proyecto que parece ser especial para ti es el trabajo que dedicaste al pintor Goya.

-Sí, siempre quise hacerlo desde muy joven porque es mi pintor preferido. Por fin pude rendirle en 2011 un homenaje al maestro en una novela gráfica.

 

-¿Cuál ha sido tu obra más conocida?

       -Quizás sea Batman Barcelona cuando estaba con DC. Me pareció buena idea pero nunca pensé que iba a tener tanta repercusión. Creí que iba a ser algo curioso, un cómic más pero al final resultó una locura.

 

-Pues está claro que tu estilo es bastante variado.

-Sí, he hecho un poco de todo. Cuando acabé en Estados Unidos me lancé al mercado francés. Allí hice un par de álbumes históricos para la editorial Delcourt/Soleil. Aún así seguí con la lucha interna que tengo siempre entre hacer lo que a mi me apasiona o ganarme la vida. Seguro  que no soy el único  autor que sufre estas circunstancias. 

 

En el caso de España, DC tiene como doscientos dibujantes. 

-Sí totalmente. En el último listado que se hizo creo recordar que éramos más de trescientos y ya pueden ser unos mil los que han pasado por ahí, desde los históricos de los setenta hasta la actualidad. Un montón.

 

-¿A grandes líneas cómo definirías tu estilo?

-Soy un culo inquieto. Cada cierto tiempo me gusta cambiar y probar cosas nuevas. Originalmente era más geométrico, expresionista con mucho trabajo en blanco y negro, luego en la época DC cumplía con los estándares que me pedían y era más realista. Después en el mercado francobelga me pidieron un estilo de línea clara, más clásico y así hice dos álbumes. 

 

-¿Cuál dirías que es el momento en el que te encuentras ahora mismo?

-Diría que estoy desarrollando un estilo nuevo. He cambiado de mano, ahora dibujo con la izquierda y estoy bastante contento con los resultados. Al principio lo hacía por jugar, me lo pasaba bien, nunca me planteé hacer un cómic con la izquierda pero al final dices: ¿Y porqué no?

 

-¿Qué diferencias hay para un dibujante entre usar una mano u otra?

-Cuando coges el hábito de usar una mano luego cuesta cambiar pero se puede hacer y activas y proyectas una parte diferente del cerebro porque al final estamos hablando de un proceso mental, no físico. La mano es la herramienta pero no es la que dibuja. 

 

-¿Cualquier persona podría cambiar de mano también aunque sea para escribir?

-Escribir no lo hago tanto, a veces tomo notas con la izquierda. En cuanto al dibujo, creo que sí, incluso es una buena practica a aplicar durante el  aprendizaje, y luego lanzarse a probar. No creo que le funcione a todo el mundo pero es una opción para otros. Dibujando con la zurda tengo menos precisión pero el trazo es más fresco. Llevo más de dos años practicando y eso me permite dibujar bastante rápido, por lo que ahora preparo un proyecto hecho directamente con la izquierda.. 

 

-Estás muy vinculado a la Escola Joso. ¿Cómo la definirías?

-Es el centro más importante de cómics de España, lleva cuarenta años. La fundó Joso que es un dibujante que trabajó para Bruguera, hacía dibujo humorístico y quería poner en marcha una escuela donde se pudieran formar dibujantes profesionales. Estuve desde muy joven y ahora doy clases. Otra gente pasó por allí como Ibáñez, Oriol, Portella… muchos autores.

 

-En cuanto a temáticas el mundo del cómic en España parece bastante centrado en la memoria histórica, reivindicar a la mujer, LGTBI… y no parece que haya muchas más alternativas. 

-Soy bastante crítico porque hay mucho marketing. Es un envoltorio con muchos lazos pero luego dentro hay poco contenido. En el cómic, al igual que en el cine, se funciona a base de promoción en los que el dibujante no tiene mucho que decidir. En el caso de los que tienen una visión de izquierdas, siempre hay excepciones y te encuentras con muy buenos trabajos, libros muy interesantes, pero también algunos traen mucho marketing detrás y están más hechos desde la editorial que por el autor.

 

-Resulta un poco complicado entender eso.

-Si un contenido interesa sacarlo ahora, si es popular o no, lo decide la editorial, no el autor. Tú puedes llevar bajo el brazo un trabajo sobre, por ejemplo, la revolución de los soviets, que es un tema de izquierdas… o por lo menos lo era no hace mucho, pero como no es un asunto candente en las redes no tendrá interés. Pero si llevas uno sobre el ascenso de la extrema derecha o la vida de Trump seguramente te lo van a comprar.

 

-En tu caso cuáles son los temas alternativos que más te interesan. 

-Ahora mismo mi autor favorito es Bastián Vives que habla de cosas cotidianas pero desde una sensibilidad especial. He sido muy fan desde hace años de autores como Bluch, Star o Blain… autores francobelgas que hacen cómics poco convencionales. Después te puedes encontrar con dibujantes como Frank Miller que coge al mercado de Estados Unidos y lo pone patas arriba.

 

-¿En España tienes algún referente?

-Los tenía mucho cuando era lector y pretendía ser dibujante, gente como Bernet, Ortiz, Palacios, Beroy, Pascual Ferry, Pellejero… Ahora mismo al que más sigo es a Das Pastoras. El trabajo de Pellejero sigue gustándome mucho.

 

-¿Cómo explicarías que en Barcelona exista tanta tradición por el cómic y hayan surgido tantos autores?

-Históricamente Barcelona ha sido el núcleo del cómic en España pero ahora mismo ya no sé si lo es. Tal vez sea a nivel editorial pero en cuanto a iniciativas para ayudar al cómic, hay muchísimas más en otra comunidades autónomas. Aquí no hay muchas y te tienes que buscar la vida, a no ser que los cómics sean en catalán y entonces sí hay subvenciones y demás. Encuentras mucha burocracia y si no conoces a gente dentro de los ayuntamientos o demás instituciones, es difícil. 

 

-El año pasado hiciste Bachi- Buzuk.

-Fue una iniciativa de Sergio Bleda para recuperar el formato de revistas de manera que autores que llevamos años en esto pudiéramos publicar historias que nunca habíamos podido publicar. Yo saqué una que tenía en un cajón desde 2006 y salió en el número uno.

 

-¿Te gusta el manga?

-Sí, pero me pasa como con todo, que me gusta lo menos convencional como Matsumoto o Maruo que hacen cómics más underground.

 

-La pregunta inevitable en estos tiempos es qué piensas de la Inteligencia Artificial (IA) y las consecuencias que puede tener en tu trabajo. 

-Me parece algo preocupante y me cabrea que no se regule, incluso como ciudadano no sólo como autor, porque se le da un poder a unas empresas tecnológicas que nos roban literalmente el trabajo y que eso no se esté legislando me da hasta miedo. Veremos qué pasa. Entre los autores hay opiniones de todo tipo. Algunos piensan que el público lo va a rechazar pero yo lo dudo porque ahora mismo todo es entretenimiento, no se buscan grandes obras como ocurría en los años setenta u ochenta cuando cada autor quería hacer el álbum más importante. Por eso la IA es un problema porque, o el autor va a dejar de cobrar como ocurrió con la digitalización cuando te exigían más por menos dinero aunque el trabajo sea igual, o directamente desaparecerá la profesión de dibujante tal como la hemos conocido las últimas décadas.

 

-Desde el anuncio de que se iban a regular las IA parece que hay un intento de blanquearla.

-Claro, es que hay muchos intereses detrás. Contra esto es muy difícil luchar. Por eso creo que lo mejor es exigirle a esas empresas que tengan que repartir los beneficios entre los autores para que no les valga la pena hacerlo. Sé que es imposible pero es lo único que se me ocurre a no ser que directamente prohibas su uso en el mundo artístico.