LA CACOCRACIA AFECTA A LA SALUD MENTAL DE LA CIUDADANÍA.
Miguel Ángel Hernández Concepción.
Profesor Bachillerato, Acceso a la Universidad Personas Adultas, Especialista e Investigador Acreditado para la Evaluación y Dirección de Centros.
A estas alturas del verano y a tenor del peinado y despeinado del Palacio de la Moncloa, se puede afirmar que la política, en concreto la cacocracia o gobierno de los peores, afecta negativamente a la salud mental según una investigación publicada en la revista Journal of Personality and Social Psychology de la Asociación Estadounidense de Psicología. Este estudio afirma que el estrés producido por los acontecimientos relacionados con la mala praxis politica afecta de forma terrible en la salud mental de las personas, aunque no recibir información al respecto también podría tener consecuencias nefastas. Si a esto le sumamos la desinformación, la polarización, la lucha cultural por el control de votos o filiaciones, el flujo de mentiras, manipulaciones,bulos y escándalos en materia política, resulta harto comprensible el aumento de emociones perjudiciales para el equilibrio psíquico de la ciudadanía.
Es más, la política no es solo algo que afecta a las personas durante las campañas electorales, cada vez más frecuentes, sino que parece filtrarse en la vida diaria. Pero simplemente no sabemos mucho sobre el impacto que podría tener esta ciencia del poder y el control de la voluntad en el día a día. En principio la investigación utilizó las respuestas de 198 americanos(as), a quienes se les preguntó cada noche durante dos semanas sobre el tema político que más pensaron en ese día, sobre las emociones producidas, cómo las manejaban y su motivación para participar en la política sobre esa temática. Dicha información ayudó a los investigadores para el hallazgo de emociones negativas en los y las participantes; además fueron quienes mostraron mayor motivación para actuar políticamente con acciones como el voluntariado o donaciones para campañas políticas.
Más tarde los investigadores replicaron estos resultados durante tres semanas con un grupo más numeroso de 811 participantes con diferentes inclinaciones políticas. En este experimento, se pidió a los y a las investigados(as) ver clips de noticias políticas, con lo cual encontraron que se experimentaban mayores emociones negativas que aquellos(as) que vieron un clip de noticias neutrales y no políticas, además de manifestar más motivación para tomar iniciativas de acción política. En un experimento final, los investigadores solicitaron a los y a las participantes probar estrategias de regulación emocional como la distracción, reevaluación cognitiva o aceptación de sus sentimientos negativos. El resultado fue que la distracción y la reevaluación cognitiva redujeron considerablemente las emociones negativas de los y las investigados(as), mejorando su bienestar y reduciendo indirectamente la probabilidad de que quisieran tomar medidas políticas de acción, protesta o reivindicación, incluso de carácter violento.
Por ello, Matthew Feinberg, coautor de la investigación y profesor de comportamiento organizacional de la Escuela de Administración Rotman de la Universidad de Toronto, comentó que la política actual con sus controversias diarias supone una carga emocional para los y las estadounidenses. Así, pues, extrapolando las conclusiones del estudio a la situación de nuestro país, me atrevo a concluir que España se enfrenta a altos niveles de polarización política en un sistema mayoritariamente bipartidista y unos medios de comunicación digitales o analógicos que a menudo incitan unas veces a la indignación moral cuando no a la desconexión de ella. En definitiva, la política tiene un efecto diario en la salud y bienestar de muchos españoles y españolas, lo que tiene implicaciones para los y las que desean influir en los y las ciudadanos (as) en la defensa de causas políticas sin dañar su salud mental. No estaría de más interponer demandas y celebrar juicios por daños y perjuicios cuando la ciudadanía resulta lesionada por los actos irresponsables o mal intencionados de los y las cacócratas.