La ONU pide más atención a montañas y glaciares, de donde proviene el 60 % del agua dulce
21 de marzo 2025/Agencias
Hasta 2.000 millones de personas dependen directamente de las aguas de montaña, que aportan cada año cerca del 60 % del agua dulce mundial, según un informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2025, publicado este viernes por la UNESCO.
El documento, titulado ‘Montañas y glaciares. Torres de agua’, se publica aprovechando el primer Día Mundial de los Glaciares que se celebrará anualmente a partir de hoy y avisa de que las aguas de montaña “suelen ser las primeras en quedar expuestas a las graves consecuencias de las alteraciones del clima y la biodiversidad”.
Por ello, la pérdidas de glaciares y la disminución de las nevadas en cotas altas por el aumento de las temperaturas “afectará a dos tercios de la agricultura de regadío mundial”, además de al consumo humano, según sus previsiones.
En un comunicado coincidente con la publicación del texto, la directora de la UNESCO, Audrey Azoulay, señala que “todos dependemos de algún modo de las montañas y los glaciares, independientemente de dónde vivamos”.
En el mismo sentido, el presidente de ONU-Agua y del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, Álvaro Lario, ha destacado la importancia de apoyar a más de 1.000 millones de personas que habitan a día de hoy las regiones montañosas y “salvaguardan los glaciares”, puesto que “se encuentran entre las comunidades con mayor inseguridad alimentaria”.
En la presentación del informe a la prensa, la glacióloga francesa Heidi Sevestre también se ha referido a la creciente preocupación por los efectos negativos de la desaparición de los glaciares, más allá de su capacidad como recurso hídrico, porque afectarían tanto al paisaje, como a la cultura y las creencias tradicionales de estas poblaciones.
La campaña para el Día Mundial de los Glaciares -y para el Día Mundial del Agua, que se celebra este sábado 21- insiste en poner de relieve las repercusiones de los cambios en estas grandes masas heladas, así como en los ecosistemas ubicados aguas abajo, abogando por desarrollar de manera urgente «estrategias de adaptación» que incluyan mayor cooperación transfronteriza y compromiso con las comunidades, además de apoyar «reducciones ambiciosas» del consumo de combustibles fósiles.
Sus mensajes clave son que los glaciares «se derriten más rápido que nunca» lo que hace que «el ciclo del agua sea más impredecible y extremo» y aumente la «amenaza de devastación» en forma de inundaciones, sequías, corrimientos de tierra, subidas del nivel del mar y daños en los ecosistemas.
Por ello, define su preservación como «una estrategia de supervivencia» y una «prioridad absoluta» que requiere una gestión más sostenible del agua de deshielo y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
La UNESCO y ONU-Agua piden mayor coordinación internacional y políticas nacionales que no sólo se centren en las cuencas fluviales densamente pobladas y que den atención y fondos al cuidado de las montañas como algo más que “fuentes para los usuarios aguas abajo”.