Los militares quieren una profesión con futuro que les permita seguir sirviendo a los ciudadanos de una manera digna y eficaz
Una vez transcurrido un tiempo prudencial desde la catástrofe ocasionada por la DANA es necesario volver a reivindicar con fuerza unas retribuciones que permita a los militares dejar de ser los servidores públicos peor retribuidos, un nuevo modelo de carrera militar que acabe, entre otras cosas, con la temporalidad, el reconocimiento de la profesión militar como de riesgo y unas verdaderas medidas efectivas de reincorporación laboral a la vida civil.
Leganés (Madrid), 11 noviembre de 2024. Con ocasión de los efectos de la DANA, la Asociación ATME decidió dejar aparcadas temporalmente sus reivindicaciones profesionales en materia retributiva y profesional, tanto por respeto a los fallecidos y al trabajo que estaban realizando los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas como para que no se pudiera entender como una forma de reclamar derechos ante la desgracia de unos compatriotas.
Lamentablemente, ATME tuvo que intervenir ante las quejas que trasladaban los ciudadanos en referencia a la escasez de militares en las tareas de socorro. Fue la primera, ante la falta de respuesta del propio ministerio de Defensa, que debió justificarse por ellos, manifestando reiteradamente que cada uno de los militares que formaban las Fuerzas Armadas estaba dispuesto a activarse de inmediato para acudir a ayudar a sus conciudadanos, pero que hacía falta ordenes que no llegaban.
Los militares estaban dispuestos e, incluso, muchos de ellos acudieron como meros voluntarios a las citadas zonas cuando el servicio se lo permitía.
Han transcurrido ya más de diez días desde que comenzase la calamidad y los ciudadanos han podido volver a comprobar que los militares son necesarios, por su disponibilidad permanente, por su organización, por su espíritu de sacrificio y por su abnegación. Son un elemento fundamental para la nación.
Pero todo ello, no puede significar que una vez que pase la actualidad de las consecuencias de la DANA, como pasó tras la pandemia o tras muchos otros múltiples desastres naturales, se les vuelva a ningunear y volverles a dejar aparcados en el conocido baúl de los recuerdos.
Los militares, especialmente la tropa y marinería, son los servidores públicos peor retribuidos de la administración pública, los que tienen un peor modelo de carrera, basado en la lacra de la temporalidad de la mayor parte de sus miembros, son aquellos que no tienen reconocida su profesión como de riesgo a pesar de que se ha visto a innumerables de ellos trabajar codo con codo con bomberos y policías, así como padecen una ausencia de medidas efectivas para la reincorporación a la vida laboral civil y su tiempo de servicio no es valorado para el ingreso en otras administraciones públicas.
No se puede dejar de recordar cuando el actual ministerio de Defensa dijo a las asociaciones profesionales de militares, como respuesta a sus reclamaciones de aumentos salariales, que se había perdido la oportunidad de actualizar sus sueldos al no haberse realizado cuando se hizo la equiparación a Policía Nacional y Guardia Civil.
¿En qué motivo se escudarán ahora?
¿En qué se deban retraer partidas de los hipotéticos presupuestos para 2025 con efecto de poder incluir las ayudas que se deban dar a la reconstrucción de las zonas asoladas, todo ello a pesar del compromiso de elevar al 2% del PIB el presupuesto de Defensa?
El militar comprueba con indignación como cada vez que en las reuniones del Consejo de Ministros se desparraman miles de millones para la compra y mantenimiento de armamento y material se olvidan de las necesidades de aquellos que deben manejarlos.
No se puede permitir que, en vez de actualizar definitivamente el sueldo a los militares mediante una modificación del vetusto reglamento de retribuciones, el gobierno se contente con pagar incentivos periódicos que no son consolidables en el sueldo ni llegan a todos, como una burda maniobra de contentar a unos militares que comprueban conforme pasa el tiempo que la profesión militar languidece por la falta de futuro y atractivo; con militares de todas las escalas que no quieren ascender por no compensarles o quieren obtener plaza en otra administración, con un aumento de las excedencias voluntarias o con una bajada de las ratios de captación.
Los militares, muy especialmente la Escala de Tropa y Marinería, no merecen seguir siendo ignorados eternamente por este u otro gobierno de turno.
Es por ello por lo que ATME se ha vuelto a dirigir a los grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados y en el Senado, para volver a insistir en estas reivindicaciones que considera justas, así como para solicitar su apoyo a la próxima proposición no de ley que se debatirá en la Comisión de Defensa del Congreso sobre el reconocimiento de la profesión militar como de riesgo.