Mario Vargas Llosa: el último gigante de la novela total 

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Luis Seco de Lucena. ASSOPRESS
La literatura está de luto. Ha muerto Mario Vargas Llosa, y con él se apaga una de las voces más brillantes, complejas y combativas del siglo XX y comienzos del XXI.
Su desaparición marca el fin de una era: la de los grandes novelistas latinoamericanos que transformaron la narrativa hispana en un fenómeno universal. Con Vargas Llosa no solo se va un Nobel de Literatura, se va el último gigante de la novela total. Desde La ciudad y los perros, su irrupción en la literatura fue un puñetazo en la mesa.
Narró el Perú con furia y belleza, con crudeza y precisión. Nos enseñó que la literatura no era solo un arte, sino una forma de confrontar la realidad, de entender el poder, la libertad, el deseo, la corrupción y la dignidad. Fue un narrador que no temió ensuciarse con la historia, con las pasiones humanas, con los pliegues más oscuros del alma.
 Pero Vargas Llosa no fue solo un novelista magistral. Fue también un intelectual comprometido, un polemista incómodo, un defensor obstinado de la democracia liberal. Podía no gustar lo que decía, pero nadie podía negar la solidez de su pensamiento ni la honestidad con la que lo expresaba. Fue coherente, incluso cuando eso significaba enfrentarse a sus propios afectos ideológicos. Leer a Vargas Llosa era una experiencia transformadora.
 Sus personajes nos enfrentaban a nuestras contradicciones, sus tramas nos sumergían en la complejidad de lo humano, sus ensayos nos empujaban a pensar más allá del eslogan. Fue un escritor que incomodaba, que desafiaba, que aspiraba siempre a más. El legado de Vargas Llosa es inmenso.
Y ahora nos corresponde a nosotros — lectores, escritores, ciudadanos— mantenerlo vivo. No solo releyéndolo, sino también defendiendo esa misma pasión por la libertad, por la verdad, por el lenguaje como herramienta de resistencia. Porque si algo nos enseñó Mario Vargas Llosa es que la literatura no sirve para adornar la realidad, sino para desentrañarla.
Que la tierra le sea leve, maestro