Raúl Vallejo lamenta en la clausura de Campus America la “herida abierta que supura racismo y aporofobia” que afecta a Ecuador
19 de Octubre 2024
El escritor, académico y político ecuatoriano Raúl Vallejo Corral ha sido el ponente invitado para cerrar la cuarta edición del Campus América que, en esta ocasión, ha estado dedicado a su país. En una ponencia profusa en ejemplos de la literatura ecuatoriana y las referencias históricas, el autor puse de manifiesto el racismo arraigado que, desde la propia fundación en 1830, recorre el país como “una herida abierta que supura racismo y aporofobia”.
Así, puso como ejemplo el reciente fallecimiento, hace apenas una semana, de Baltazar Uscha, el último “hielero” que bajaba bloques de hielo desde la cima del volcán Chimborazo para venderlos en el mercado de Riobamba, que fue recibido en redes sociales con grades muestras de tristeza y solidaridad que el ponente no dudó en calificar como “postureo”, porque dichas manifestaciones afectuosas contrastan con el desdén generalizado que en su país se dedica a la población indígena.
Durante la ponencia, Vallejo relató las múltiples revueltas indígenas contra terratenientes criollos, primero, y gobiernos contemporáneos, después, que son una invariante histórica en su país incluso antes de la propia creación del mismo. Hay crónicas sobre la dureza con la que estos alzamientos populares eran reprimidos desde principios del siglo XIX y todavía persisten, casi siempre con el problema de la propiedad de la tierra y los derechos de las comunidades originarias como trasfondo. Sin ir mas lejos, el más reciente fue en 2019 y, tras una dura represión, sus responsables fueron amnistiados en 2022.
Así, Vallejo, expuso crudamente que, si bien la Constitución de Ecuador de 2008 ya consagra la plurinacionaliodad del estado y el reconocimiento a la cultura indígena, esa voluntad plasmada en la legalidad no se ha trasladado a la vida diaria. “Mientras el indio es folclore, todo vale; pero cuando se manifiesta como un sujeto político, se vuelve peligroso”.
La situación no es, pues, nada nuevo, y su denuncia cuenta con avales tan sólidos como el de James A. Robinson, uno de los ganadores del Premio Nobel de Economía de este mismo años, que en una reciente entrevista señalaba que la pobreza y la desigualdad están arraigadas en el colonialismo y la explotación de los indígenas. Algo que, como reflexionó Vallejo, no dista mucho de lo dicho por Guamán Poma de Ayla aproximadamente cinco siglos antes en su celebre misiva a Felipe III, en la que recordaba al monarca que “España no es nada sin el indio”.
Como ejemplo de esa convulsa relación de Ecuador con el pasado indígena, Vallejo reflexionó al principio de su intervención que la elegía “Atahualpa Huañui”, una de las obra seminales de la literatura ecuatoriana, está escrita en quichua por un autor que, probablemente, se había criado entre las dos culturas. Y, sin embargo, pese a que el idioma de los incas estaba altamente desarrollado en el momento de la conquista española, su uso no se generalizó como seña identitaria y aún hoy es desconocido por la mayoría de habitantes del país, relegado a las poblaciones indígenas. También señaló como algo sintomático que, cuando se produjo la independencia, la denominación del nuevo estado no fue Cuzco, como parecería lógico, sino Ecuador, en referencia a un hecho geográfico.
A lo largo del discurso, citó a escritores de diferentes épocas como Juan León Mera, Juan Montalvo o Jorge Icaza, que en sus obras de distintos periodos y estéticas dispares como el Romanticismo o el Indigenismo, recogen con diferente grado de compromiso las penurias de la población indígena. Más sangrante fue el caso de la poetisa Dolores Veintimilla, que se atrevió a pedir la abolición de la pena de muerte tras la ejecución del indígena Tiburcio Lucero, y tal fue el hostigamiento al que fue sometida, con homilías y panfletos en su contra, que acabó suicidándose en 1857.
El discurso de Vallejo reunió, en suma, la doble dimensión política y literaria que ha caracterizado su propia trayectoria intelectual y vital. Una intervención que también fue una lección sobre la tradición literaria ecuatoriana, un recorrido histórico sobre la discriminación contra los pueblos indígenas, y un clamor por que su país afronte, por fin, la necesaria conciliación entre el estado y los pueblos originarios.
Concierto y cierre del Campus América 2024
Tras la intervención de Vallejo, llenó el escenario la orquesta de cámara del Conservatorio Superior de Música de Canarias dirigida por Roberto Pia y con el violinista solista Saulo Cuesta, para interpretar piezas de Vivaldi y Mozart.
Para representar a Ecuador, también participó en calidad de director invitado Patricio Aizaga, director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Ecuador, algunos de cuyos músicos también habían viajado a Tenerife y se unieron a sus homólogos canarios para interpretar piezas inspiradas en la tradición ecuatoriana, con el apoyo de la bailarina Gabriela Alonzo y la soprano Isadora Delgado.
Finalmente, el rector de la Universidad de La Laguna, Francisco García, y la vicerrectora de Internacionalización y Comunicación, Inmaculada González, tomaron el estrado para cerrar estas dos semanas de intenso trabajo en el ámbito científico, académico y cultural.
El rector recordaba que el lema de esta edición de Campus América, “un mar de conocimiento compartido”, no podía ser más afortunado porque, parafraseando las palabras dichas por la lexicógrafa Dolores Corbella en la inauguración del evento, el Atlántico es un puente que une ambas orillas.
Para Garcia, este campus es un ejemplo de que hay que fortalecer las relaciones con América y por ello, pese a que el evento finaliza formalmente hoy, abogó por seguir trabajando en las temáticas que han protagonizado los seminarios científicos y las mesas institucionales, para aprovechar las redes que se han creado y seguir construyendo conocimiento. Resaltó que se ha realizado un gran trabajo desde el ámbito académico y ya han surgido proyectos prometedores, como la creación de una cátedra interuniversitaria con el apoyo de Casa América. “Por ello, hoy clausuramos Campus América, pero no lo terminamos”.
Por su parte, la vicerrectora recordó las vertiginosas cifras que ejemplifican la dimensión adquirida por Campus América 2024: 186 ponentes procedentes de 17 países y 50 universidades, y unas 2.000 personas de ambas orillas atlánticas que han participado presencial o telemáticamente en los 27 seminarios propuestos.
González señaló que en ls seminarios se ha demostrado que, con el trabajo conjunto, se puede aspirar a cambiar el mundo, y resaltó la variedad y pertinencia de los asuntos abordados, entre ellos el propio proceso de transformacionales de las universidades iberoamericanas para dar un mejor servicio a la sociedad. Y, por supuesto, también ha servido para conocer más a Ecuador: “Si ya lo queríamos, ahora lo queremos más”, concluyó.