Tomar medidas de una vez
Casimiro Curbelo
La insatisfecha necesidad de vivienda de los canarios se ha convertido en un visitante habitual de las noticias. Hablamos de las miles de personas que están en lista de espera, o mejor dicho de desesperación, esperando por una vivienda social.
Como pasa con tantas muchas otras cosas, el problema existente está generado, probablemente, por todos esos factores que suelen salir a los medios como noticia: porque no hacemos suficiente vivienda, porque llega mucha gente nueva, porque el alquiler turístico tira o porque la gente que tiene una casa no se fía y no quiere alquilarla. Todo eso es verdad. Y también que el precio del alquiler se ha puesto en la estratosfera.
Así que soy de los que piensa que las medidas excepcionales aprobadas por el Gobierno de Canarias en materia de vivienda son plenamente necesarias. Situaciones extraordinarias necesitan soluciones extraordinarias; más de treinta medidas que persiguen a toda costa y por diferentes vías aumentar la oferta de vivienda, aumentar la disponibilidad de suelo donde construir, facilitando su transformación jurídica y material o fomentar la viabilidad de usar como viviendas construcciones y edificaciones ya existentes, incluyendo las no terminadas, y la adecuación de las normas sobre viviendas protegidas para favorecer su rápida construcción y puesta a disposición de los demandantes.
Como más de una vez se ha dicho, la solución al precio de la vivienda de alquiler y a la falta de vivienda social es la misma, construir más y ponerlas en el mercado. Y por primera vez este Gobierno ha decidido contar con la colaboración de este sector para promover vivienda protegida. Tengo una razonable confianza en que vamos a conseguir revertir una situación lamentable y dar respuesta en un plazo relativamente corto a miles de familias que esperan una vivienda.
Pero haríamos bien en reflexionar, también, en las causas que nos han traído hasta este problema. La escasa respuesta al problema de la vivienda en muchos municipios que se han visto desbordados por una afluencia poblacional atraída por la actividad turística y la prosperidad. Porque el problema no es el mismo para toda Canarias, aunque hablemos casi siempre como si lo fuera. El gravísimo problema de la vivienda afecta a aquellos lugares en donde la demanda de residencia ha crecido de forma exponencial porque, como se suele decir vulgarmente, “todo el mundo quiere irse a vivir allí”. Es el caso de las grandes áreas metropolitanas donde barrios que antes eran periféricos han quedado engullidos y metidos dentro de la trama urbana. Y es el caso de los municipios con mayor desarrollo turístico que sí tienen viviendas para sus vecinos, pero no para miles de trabajadores que cobran apenas un poco más que el salario mínimo y quieren una vivienda para su familia en un lugar en donde el precio del suelo es un disparate.
El Parlamento de Canarias ha aprobado varias medidas para colaborar en esta batalla. Esta semana, sin ir más lejos, una propuesta de incentivos fiscales para alquilar viviendas vacías, presentada por la oposición. Porque partimos de la creencia, creo que todos, que todo lo que se haga será poco ante la magnitud del problema al que nos enfrentamos.
Como jocosamente le decía a un amigo, hace poco, en Canarias hemos decidido quemar los muebles del tren para conseguir velocidad, como en aquella famosa película de los Hermanos Marx. En vez de “más madera, esto es la guerra” estamos gritando “más ladrillo, esto es la guerra”. Hemos legislado para combatir la farragosa burocracia y reducir los plazos de los permisos y trámites para construir viviendas. Hemos facilitado la obtención de suelo. Y la transformación de locales y oficinas que reúnan requisitos para su uso como vivienda. Es un poderoso conjunto de medidas contra un problema que en algunas zonas de Canarias ha llegado a ser crítico.
Pero la clave de bóveda del problema que afrontamos está en la estabilización de la población residente en Canarias. Es en ese otro problema donde trabaja también el Parlamento canario en sus análisis sobre la demografía y en donde giran parte de las preocupaciones y proyectos de la Conferencia de Presidentes. De nada vale que hagamos todos los esfuerzos del mundo si seguimos importando más mano de obra: como ha sido el caso de la estabilización de los interinos en Educación en donde han accedido miles de foráneos que han desplazado a los interinos residentes canarios. ¿Tiene algún sentido que pasen esas cosas? Pues no. Y algo tendremos que hacer para empezar a cambiarlas de una vez, porque así no podemos seguir.