Una pareja de arquitectos técnicos jubilados pide parar de una vez el expolio de la histórica casa del corsario Amaro Pargo en Machado (El Rosario)

casa de Amaro Pargo en Machado

10 de Mayo 2024

 

Ángel y Beatriz, vecinos rosarieros, mantienen contactos con las Administraciones públicas y el dueño del inmueble, para que se tomen medidas contra la destrucción de esta hacienda BIC por los buscadores de un tesoro inexistente, y en pos de su rehabilitación

 

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Ángel Adán Peñalosa y Beatriz García Puertas, una pareja de arquitectos técnicos y profesores jubilados del IES Geneto, se han propuesto poner un grano de arena para concienciar sobre la necesidad de frenar el “salvaje” deterioro de la histórica casa del corsario tinerfeño Amaro Pargo en Machado (El Rosario) e intentar recuperar lo que se pueda del inmueble, de propiedad privada y declarado de Bien de Interés Cultural (BIC).

Ambos, vecinos de El Rosario, denuncian que esta hacienda es desde hace muchos años punto de mira de los buscadores de tesoros “llevados por la falsa leyenda de que entre sus muros el famoso personaje lagunero que vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII escondió una fortuna”.

«NO HAY OTRO TESORO QUE LA PROPIA CASA»

Ángel enfatiza que «no solo no hay tesoro sino que el tesoro es la propia casa, por lo que esta gente que viene a destruir un bien patrimonial lo que debería hacer es ilustrarse con libros sobre este corsario, del cual sabemos ya muchas cosas gracias a catedráticos e historiadores, como Manuel De Paz Sánchez y Daniel García Pulido, de la Universidad de La Laguna, y escritores como Alfredo López Pérez, que ha escrito una magnífica novela sobre este personaje histórico».

 

Junto a una de las esquinas de gruesas piedras en añejos muros de la hacienda, Beatriz diagnostica que “la casa todavía se ve con un valor y una riqueza de materiales de construcción antigua y sólida, por lo que aún se puede recuperar lo que queda; y no olvidemos que se trata de un BIC, que no se debería abandonar, y hay que tomar medidas para que no se deteriore más”.

“DEBE HABER YA UN ACUERDO PARA RECUPERARLA”

Este matrimonio de jubilados cree que ha llegado el momento de que el propietario y las Administraciones públicas puedan alcanzar algún acuerdo «para que esta casa florezca de nuevo, tras el cruento asedio” de los buscadores de tesoros inexistentes que la han ido desmontando piedra a piedra “sin piedad”.

Para tal fin, Ángel y Beatriz se proponen servir de “cemento o aglomerante” y mantener contactos con todas las partes, las públicas y la privada, para favorecer este deseado entendimiento que permita la recuperación de esta hacienda, y casa  histórica.

CONVERTIRLA EN CENTRO DE INTERPRETACIÓN

La casa de Amaro Pargo en la Hacienda de Toriño, se encuentra además en un enclave de gran valor desde el punto de vista del Patrimonio Histórico, ya que muy cerca se localiza la ermita de Nuestra Señora del Rosario y frente a la hacienda pasa el Camino Viejo de Candelaria, declarados también BIC.

Por todo ello, esta pareja de profesionales de la arquitectura técnica consideran que las Administraciones públicas tendrían que hacer un esfuerzo por recuperar la casa y convertirla en un centro de interpretación del propio Camino Viejo de Candelaria (donde cuentan las crónicas que en las peregrinaciones que hacía la Virgen de Candelaria, los miembros del Cabildo pernoctaban en esa hacienda previo pago establecido) y también  mostrar la vida de Amaro Pargo, comerciante y corsario que tanto hizo por la sociedad necesitada de la época.

UN VÍDEO REIVINDICATIVO

Para concienciar sobre la importancia de esta casa del corsario y de frenar su destrucción ha colaborado con un vídeo el periodista y locutor Manuel Herrador,  en respuesta a la petición hecha por Ángel y Beatriz. En esta obra audiovisual colaboran también la poetisa Paulina Medina, vecina de El Rosario, la empresa Drone_ando13 (que ha cedido las imágenes aéreas) y la diseñadora gráfica y publicista Nuria Adán (autora del logo).

El vídeo puede verse en el siguiente enlace de Youtube: https://youtu.be/uynui7QHlvs?si=LvBuEE179e0UhyO8 y también a través del siguiente código QR:

¿QUIÉN FUE AMARGO PARGO?

Nacido en La Laguna el 3 de mayo de 1678 de padres labradores y comerciantes, perteneció a una familia de siete hermanos, de los que tres se hicieron monjas. Con 14 años se hizo a la mar, y ya con 21 era alférez.  Acumuló una gran fortuna, con 900 fanegadas y 60 casas. Fue corsario y capitán de mar y tierra por designación real.

Poseyó barcos con los que comerció con México, Venezuela, Cuba y el Mediterráneo, exportando malvasía y aguardiente de sus propiedades, y compraba y vendía cacao, telas, tabaco… Aunque en la época se comerciaba también con esclavos, nuestro corsario apenas lo hizo, y además facilitó la fuga de alguno de ellos.

Dejó como herederos a Amaro González de Mesa y Ana Josefa Rodríguez Felipe, sus sobrinos. La finca de Toriño, en Machado, figura entre las propiedades que recibieron del corsario.El inmueble ya existía al menos desde 1642. El último habitante de la casa fue Felipe Trujillo, hasta 1975; falleció con 99 años y solía comentar con los vecinos que era descendiente del corsario.

Amaro Pargo fue amigo de sor María de Jesús, la conocida como “La Siervita o la monja incorrupta”, debido a que tres hermanas suyas fueron monjas de clausura. Fue el corsario quien le compró el sarcófago para que se custodiaran sus restos mortales, que hoy se puede ver en el convento de las Catalinas en San Cristóbal de La Laguna.

También hizo mejoras en el Convento de Santa Catalina de Siena, donde estaban sus hermanas, así como aportaciones a diversas iglesias y ermitas de la isla entre lo que destaca el trono de plata  del Señor Difunto en La Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, en donde fue enterrado en octubre de 1747, pudiéndose visitar su lápida.

Y TAMBIÉN RECUPERAR LA HACIENDA LA MIRAVALA (TEGUESTE)

Ángel y Beatriz también esperan que un día se pueda recuperar y reconstruir la hacienda La Miravala, en El Socorro, municipio de Tegueste, dado que fue la hacienda agrícola principal del corsario adquirida en 1727, cuando ya había regresado a la isla para establecerse (tres años antes, en 1724), lugar donde pasó buena parte de su tiempo, mientras atendía sus viñedos y sus plantaciones de caña de azúcar, cereales y otros cultivos.